10 mayo 2007

el coleccionista de momentos

Me contaba Luís Gil, que hace unos días, se encontraba con un amigo común, con Lázaro, en una cafetería, dentro de uno de esos espacios acristalados, expositores en los que penan, mitad exhibidos, mitad avergonzados, los que aún no se han quitado del pecado del tabaco. Lázaro y Luís, fumadores, en realidad, quemadores ocasionales, un puro a la semana, pese a estar en el coto del humo suelen comunicar, quien advierte no es traidor, a sus vecinos de mesa que van a proceder a encender un habano. Siempre avisan, porque en algunas ocasiones, hasta los mismos fumadores salen despavoridos.

El caso es que, ese día, el martes de la semana pasada, al vecino de mesa no le molestaba, rara avis, el humo de los puros, es más entabló con ellos una corta conversación. Les contó que era coleccionista de vitolas de habanos.

“Ya no fumo, por prescripción médica, creo que es cierto que lo de fumar mata, pero entro en estas cárceles de cristal que son los rincones para los fumadores porque hay menos jaleo, pero miren, miren”, abrió y les enseñó la cartera.

Allí en la pieza transparente donde otros llevan el DNI, otros una estampita como mi amigo Gustavo, y los más viajados una foto al píe de la Torre Eiffel, el afable señor tenía un buen número de vitolas.

“Vean, no son solo bandas de papel, en la parte de atrás escribí porqué encendí el puro, o quien me lo regaló, donde estaba y con quien”. Lázaro, el amigo de Luís, confirmó “Perdone caballero, eso no es una colección de vitolas, usted es un coleccionista de momentos”.

Seguro que para los coleccionistas de verdad, los vitofílicos, ¿se dirá así?, lo que hace el señor de la cartera, debe de ser un delito de lesa majestad, pero ¿acaso no poseen más vida esas vitolas que las que permanecen guardadas en álbumes, lejos de la luz para que esta no les dañe?.

Hoy no he querido hablar ni de encuestas, ni de elecciones, ni del día de después, ni de los que ya están afilando las navajas cabriteras entre conjuros de venganza. Las pequeñas cosas, nos llenan mucho más. Hoy contándoles lo de las vitolas escritas, quiero agradecer a la familia Noguera, el que abra al público su millonaria y colorista colección de soldaditos de plomo, de los que no matan.

Fernando Martínez Castellano 9 Mayo 2007

Publicado en Las Provincias 11 Mayo 2007

No hay comentarios:

Powered By Blogger