Entre
alegrías en el gasto, y empresas públicas mal controladas,IMELSA, EMARSA, todas las semanas,
acumulamos, la Comunitat Valenciana, titulares negativos en telediarios y similares.
Nos
cae por todas partes, y aquí estamos, cinco millones de ciudadanos, hartos de
chaparrones, esperando a que escampe, o de que llegue, por fin, la limpieza debida.
Tanto
responsable político enfangado, salpica sobre el buen nombre de toda la Comunitat
a la que algunos medios, quieren mostrar como el paradigma de la corrupción en
España, anteponiéndolos incluso a asuntos aun más graves que los que se han
producido por estas tierras. Todo ello, sin olvidar que en muchas de las corporaciones,
en la Comunitat Valenciana, se ha gobernado desde el exceso de las mayorías, desde
la comodidad de tener una adormecida oposición,
con tufo de creerse los amos del cortijo, con escasa claridad, por mucho
que ahora se quiera presumir de tener una transparencia que ciega los ojos.
La
cosa es que nos mencionan poco en los informativos a nivel nacional, y cuando
nos nombran, es para que se nos caiga la cara de vergüenza, porque aun nos
queda algo de vergüenza por los actos de terceros a los que deberíamos exigir
bastante más dignidad de la que han mostrado en los últimos tiempos.
Hay
que limpiar el nombre de Valencia, de la Comunitat, hay que impedir que se nos
continúe asociando con los consentidores del todo vale por la pasta, de las
llanuras por los que galoparon los bigotes más canallas, por los espacios en
los que hasta la visita de un Papa sirvió para que se vaciase la caja y se
llenasen los bolsillos más insospechados, por los asfaltos por los que corrió
la codicia por lo ajeno, aun más deprisa que los bólidos que sirvieron de
coartada.
Hace
quince años, amanecía el XXI, nos reunió, en una comida, Paco Pérez Puche, a la
sazón, director de Las Provincias, a muchos de los colaboradores del periódico.
En la sobremesa, hablamos de los entonces recién sucedidos fiascos del “III
Milenio”, del fallido intento de Capitalidad de la Cultura europea, de “la mar
de be” y otros proyectos, a través de ninguno de los cuales se consiguió
proyectar la imagen de Valencia más allá de la V-30, y comentábamos la
necesaria labor conjunta de los organismos valencianos, para regenerarse con
seguridad, desprenderse de sus complejos de fracaso, para publicitar los lados
positivos de Valencia. Los presentes, nos conjuramentamos para aportar cada uno
de nosotros, en sus columnas, en sus espacios, algo, una llamada de atención,
para intentar recuperar un ápice la autoestima. Allí y entonces, se nos ocurrió
lo de Marca Valencia.
Claro
que escribimos, pero hacía falta algo más que escribir.......
FMC
Publicado en Las Provincias 29 Abril 2015