Que cosas tiene la vida, lo que hace apenas un año, tronaba
como las trompetas que anunciaran el Apocalipsis, ahora ya parece tan normal,
incluso tan recomendable. Hace unos meses, decir “tripartito” era como proclamar
“¡Ay madre!, la que se nos viene encima”.
Ahora, mira que bien, a lo de cualquier coalición, por
extraña que pueda parecer, le antepones “por la gobernabilidad” y ya queda todo
suave como el visón, música celestial. Veremos que sucede cuando marchiten las flores
que ahora están brotando.
Estamos anticipándonos unos meses, y ahora es hoy.
Ni líneas rojas, ni verdes, ni historias. Hay que limpiar
ya. Hay que podar ya, ya está bien que la mierda salga a borbotones allá donde
se rasque.
Este pasado domingo el maestro, el amigo, Carlos Pajuelo,
publicó en Las Provincias Digital, un soberbio artículo en el que se hacía eco
de la denuncia presentada por IU, ante la Fiscalía Anticorrupción, por el uso,
abuso y falta de pago, de la Plaza de Toros de Valencia, por parte de unos
amiguetes de alguien, que les permitió organizar, por la cara, dos, tres,
cuatro, cinco, festivales de la cerveza, con sus correspondientes vomitonas,
sin pagar un puñetero euro, a una administración
que está más seca que cien resmas de papel secante.
Alberto
Fabra, que tanto se ha prodigado y paseado esta Semana Santa preelectoral, que
igual lo veías aporreando el bombo, saludando a penitentes, o tomando café, o
te, o yogur, en la salita de unos “sorprendidos” vecinos, Alberto Fabra, como
presidente del partido que ha gobierna en esta Comunidad desde hace
veintitantos años, debería de haber dado un toque telefónico a Alfonso Rus,
jefe del diputado que tan amablemente y gratuitamente cedió la Plaza de Toros
de Valencia, edificio declarado BIC(Bien de Interés Cultural), y a
continuación, por mucha Pascua en que estemos, haber dado explicaciones
inmediatas a una sociedad que cada día está más “ojiplática” y cada día tiene
más atascadas las glándulas olfativas, en la intimidad pituitarias, de tanto hedor
de cieno como les está llegando.
Pero
lo peor, es que lo de la Plaza de Toros,
“el caso de la birra cultural”, de Carlos, no es un hecho aislado, es uno más
en los miles de casos de amiguismo, corruptelas, abusos y corrupciones que se
están descubriendo día si y día también.
Y
esto ya está bien, que se destape de una vez lo de Valmor, los millones de
euros que nos costó Valmor, que se aclaren las declaraciones contradictorias de
los actores y firmantes de la compra de Valmor, que cada palo aguante su vela, los
engaños, las mentiras, el dolo de la Formula 1 en Valencia.
Hace
muchos años, Martín Domínguez, siendo director de Las Provincias, dijo “Cuando
los hombres enmudecen, hablan las piedras”. Las piedras van a hablar, las
rejas, y los árboles, y hasta los patos del Parque de Cabecera.
Publicado en Las Provincias 8 Abril 2015
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