21 abril 2004

veinticinco años

Te cuesta hablar de aquellas vivencias en primera persona, aunque en aquellos tiempos fueses actor de alguno de los acontecimientos. No sabes si es por pudor, por modestia, o porque nunca te has acabado de creer la objetividad de la mayoría de las autobiografías. Incluso actuando con toda la buena fe del mundo las lagunas de la memoria te pueden causar malas jugadas. Resulta pues extraño acudir al yo, cuando siempre ha sido más fácil recurrir al nosotros. Entre otras cosas porque al mirar hacía atrás, al mirar hacia aquellos años es inevitable no recordar el esfuerzo colectivo. Esta España nuestra, la de ahora mismo, es el resultado de la suma de muchas y generosas ilusiones de todos los ciudadanos de los tiempos de la Transición, participásemos o no directamente en la Administración. Tiempos que han resistido hasta las evocaciones bastante caricaturescas de alguna serie televisiva.

A veces nos preguntamos por qué esa tendencia a conmemorar los aniversarios de plata, de oro, los centenarios, parece como si los años anteriores o posteriores no contasen tanto, como si se contuviesen esfuerzos, con el fin de concentrarlos en un periodo muy concreto. El caso es que hoy, 21 de Abril se cumplen veinticinco años de la toma de posesión de la primera Corporación democrática en la ciudad de Valencia, sábado primaveral después de la oscura dictadura. Las primeras elecciones municipales se habían celebrado apenas tres semanas antes, también en un día claro, el 3 de Abril. Digamos que en Abril de 1979, la Democracia, cuatro meses después de que los españoles hubieran refrendado la nueva Constitución por la convivencia, se acercó aun más a los ciudadanos.

Los sueños estaban a flor de piel en los ciudadanos españoles que participaban convencidos de que construían entre todos el cambio del país. Todo iba muy deprisa, todo había que levantarlo muy deprisa. Tanto que no hubo más remedio que hacer convivir viejas leyes franquistas de Régimen Local con la nueva Constitución, a la espera que se fueran adecuando las herramientas para el día a día. Pero volvamos a esos días de los que estamos celebrando el cumpleaños de plata.

Más o menos, hacía cuarenta meses de la muerte de Franco, eran tiempos de regresos, de regresos de los exilios exteriores e interiores, tiempos en los que se rompieron los silencios contenidos.

Precisamente pensando en todos aquellos exiliados, en todos los que habían quemado desesperados sus mejores años, queriendo rendir un pequeño homenaje a todos ellos, el discurso de toma de posesión de la nueva Corporación, el alcalde en nombre propio y en el de muchos de los concejales, evocó aquellos años perdidos.

Acababa de hacer instintivamente un gesto, que luego ha sido repetido y repetido, alzó el bastón ofreciéndolo a los ciudadanos, precisamente a los que se lo habían dado.

“Quiero en primer lugar, daros las gracias por acompañarnos en este acto.

Quiero daros las gracias y la enhorabuena, por participar junto con nosotros en esta fecha histórica de constitución del primer Ayuntamiento democrático tras el largo paréntesis de la dictadura.

Quisiera que mis primeras palabras, fueran hoy, un recuerdo emocionado para aquellos hombres que hace ahora cuarenta años y unos días, cerraban las puertas de este Ayuntamiento y llevaban con ellos las últimas enseñas de la legalidad democrática y jurídica, que muy pronto iba a ser arrasada. A ellos y a todos los hombres y mujeres, que durante los breves periodos de nuestra historia, en que la voluntad popular ha sido respetada y ha regido la vida de este Ayuntamiento, mi más sincero homenaje.

Y con ellos no quisiera olvidar, a los que tal vez en este país han sufrido más. A todos esos hombres y mujeres que en aquellos años gozaban de su primera juventud, a vosotros, a esa generación perdida, a vosotros, a los que con vuestro callado esfuerzo habéis mantenido viva la llama de la Libertad, a vosotros a los que habéis hecho posible que estemos aquí los hombres de mi generación, quiero deciros que hoy es el día de vuestro triunfo, que hoy es el día en que vosotros tendiendo un puente de sacrificios entre los que se fueron y los que llegamos, recibís el pago de vuestro callado esfuerzo. Para todos vosotros, en mi voz que representa la voz de todos mis compañeros, el testimonio de nuestro agradecimiento y el deseo de que ocupéis, a partir de ahora, el puesto de honor que en la nueva tarea os corresponde”.

Después se expuso todo un rosario de buenas intenciones, una larga propuesta de soluciones incluso a problemas que aun tenían por plantear debido a la opacidad de las administraciones franquistas, debido a las escasas herramientas con las que contaban los funcionarios. Poner ejemplos de lo que se encontraron los nuevos administradores llenaría páginas de casos y situaciones increíbles y aún más con la condición de tercera capital de España.

“Hoy empieza para todos nosotros, para nuestra Valencia una nueva vida. Luchemos juntos para que el esfuerzo, el sacrificio, el amor que tantos hombres y mujeres van a derramar en los próximos años, no sea en vano”.

Veinticinco años después quiero insistir en aquel homenaje a una generación olvidada. Hoy veinticinco años después y contemplando nuestra ciudad, sus jardines, aunque aún sean insuficientes, sus equipamientos, pese a que haga falta mucho más empuje, sus transportes, aunque nos dominen los embotellamientos, sus colegios e institutos, aunque queden huecos por construir, sus instalaciones deportivas, aunque falte el gran estadio, sus bibliotecas, museos, su limpieza, sus calles y avenidas, la red de saneamiento, la reconversión del río seco en una río verde que abraza la ciudad, viendo los nuevos barrios, y tantas otras cosas, te das cuenta que el esfuerzo que se pedía aquel 21 de Abril no ha sido en vano. Hace veinticinco años, al mediodía de un sábado de abril, en el abarrotado Hemiciclo del Ayuntamiento de Valencia todos subimos el primer peldaño de un periodo, de una Valencia que nos ha llevado a donde estamos ahora. Quizás se podría haber hecho mejor, tal vez. Quizás los antiguos barrios han sido las víctimas de una ciudad que en su expansión se ha comido su cantada huerta, las viejas alquerías, las acequias moras.

Pero, el futuro lo tenemos ahí delante, ahora mismo vamos a subir los próximos peldaños que nos conduzcan hacia los aniversarios de oro.

Hace veinticinco años, la primera gestión del alcalde de Valencia fue solicitar “un adelanto” a la Delegación de Hacienda para poder pagar la nómina de los funcionarios. Hoy las finanzas municipales, en España, siguen siendo las cenicientas de la Administración.

fmc

Publicado en Las Provincias 21 Abril 2004

Powered By Blogger