26 noviembre 2014

CUÉNTAME OTRO CUENTO

Cuéntame otro cuento, que consiga que, por unos minutos, me olvide de la subida de mi pensión en Enero, que no me recuerde los precios de la luz y del agua, que no piense en los sinvergüenzas que han esquilmado nuestro País, que no me corroa la sangre por la ineptitud para resolver los políticos, problemas políticos, que no estalle por las continuas ruindades, que no haga caso a los rumores de otro sustazo bancario, que no repase Feria ni Puerto, ni Noos, ni vos.

Cuéntame otro cuento, aunque sea el cóctel que dicen que mezcla alguna verdad, muchas porciones de amistades peligrosas, y muchas más de invenciones fantasiosas. Cuéntame, cuéntanos a los españoles el cuento del Garbancito de la Meseta.

Quizás lo entienda un poco, y se aclara una pizca lo inexplicable.

No quiero creer que algo de todo el cuento pueda ser verdad, pero demasiados indicios apuntan a que quizás hay demasiadas cosas ciertas en toda esta historia de picaros, bribones y bergantes.

En momentos en los que se amontonan corrupción, tratos amañados, contratos fraudulentos, sin resolver el problema catalán, en estos justos momentos surge la historia del llamado “pequeño Nicolas”.

La historia es para echarse a temblar.

Si es cierta, malo, y si es falsa, malo, malo.

Si es cierta, la cadena de ceses y dimisiones debería llegar desde Finisterra al Cabo de Creus, y si es falsa, habría que darle la enhorabuena al director de escena que ha hecho que por unos días los españoles hayan hablado de un veinteañero melifluo, barbilampiño, y carente de la labia que se le suponía, cuyo único merito fue elegir, en su día, el camino FAES hacia la fama.

Si es cierta, es para que los españoles nos lo hagamos ver, y si todo es una invención de las de “inocente, inocente”, de las de “todo sea por la audiencia”, también deberíamos pasar por el diván del siquiatra.

Si las declaraciones, a los que algunos medios han elevado a una categoría inusitada, tienen algo, aunque sea algo, de verdad, demostrarían que, como sociedad, estamos más que desprotegidos, demostrarían que el decimonónico “usted no sabe quien soy yo” se abre paso por unos círculos a los que se les supone que disponen de los suficientes filtros como para que no sucedan las rocambolescas peripecias del Nico.

Si hay algo de cierto, temblemos, no nos escandalicemos de las black cards, ni de los timos piramidales, observemos con que facilidad, a golpe de móvil, se manejan los bienes del Patrimonio Nacional, observemos cómo se inclinaron algunos ante el chaval, cuando olfatearon alguna posibilidad de negocio.

Si hay algo de cierto, veamos quien, como y porqué utilizó al osado jovenzuelo para unas fabulaciones propias de una telenovela venezolana de las malas, que ya es decir.

Cuéntame un cuento, que la noche está que arde, decía la canción de Celtas Cortos que, casualidad, también son gallegos.

Publicado en Las Provincias 26 Noviembre 2014


20 noviembre 2014

EL GRAN CAMBIO

Estoy hasta el pirri del señor Monago, de los monagos, de su demagogia, de sus lágrimas, de confundir el trabajo, y de que pongan caritas de borreguitos víctimas de los malvados, malvados que de los que no nos explican si son amigos o enemigos. Los monagos siguen, sin darse cuenta de que el personal está más cabreado porque se le mintió, se le robó, que por sus canas al aire. Siguen con su erre que erre, alojándose, cada vez que mal hablan, más en el laberinto del enredo.

Los ayer repartidores del carnet de la decencia política, los lenguaraces, algunos ahora insolitamente callados, deberían ir minutando las apariciones de sus escándalos, los que querían ser conocidos, ya son conocidos y vaya si son conocidos.

Y es que en los últimos tiempos algunos como el aun presidente de Extremadura se ha metido en nuestras casas aun más que Pablo Iglesias, el de Podemos. Hay que ver, que publicidad se le está haciendo al neonato Podemos.

Cada escándalo, y mira que hay, pero ojo que no todos son de políticos, cada viaje pagado con dinero público, y no justificado, cada monago, cada blesa, cada historia rara de caminos puertos y canales, cada novela aun más rara de colegios profesionales, cada estafa que se destapa pero no se ataja, cada vez que sale a la luz que la Administración se tima a si misma, timando a sus trabajadores con contratos basura-basura, cada vez es un montón de cabreo y otro montón de intenciones electorales para un inclasificable partido, con toda su estructura copiada de la de “los partidos de la casta”, del que se intuye el uso del mayor de los centralismos.

España necesita el gran cambio, antes que estallé el sospechado gran escándalo. España necesita que los vientos agiten sus ramas y caiga toda la hojarasca corroída. Corruptos y corruptores. Los que dan y los que cogen, los que venden favores y los que solo saben hacer si antes han comprado los favores.

España ve como se desmorona una era, como aquí se ha timado, robado, defraudado desde muchos frentes. España necesita una profunda y autentica regeneración ética y de que cada uno asumamos nuestra participación en el todo.

Pensemos, aunque solo sea un instante, pensemos si no todos hemos sido un poco culpables por haber mirado hacia otro lado, por haber sido comprados con pan y circo, por no habernos hecho un puñado de preguntas.

Ya de una vez, que se palpen los hechos, que las palabras no sean huecas, que cuando se diga que se va a acometer algo, que se haga de una puñetera vez. No necesitamos que se nos cuenten más historias, no nos hace falta que pretendan ilusionarnos con absurdos. Debemos entrar en tiempos de limpiar la casa profundamente, e intentar dejar un País mejor del que recibimos.

Creo que esta columna ya la he escrito dos o tres veces, debe de ser cosa de la edad, o del desespero, del triste desespero.



Publicado en Las Provincias 19 Noviembre 2014

12 noviembre 2014

RETIRARSE A TIEMPO

Viernes 7, “Mis viajes privados, los pago yo”, dijo un indignado Monago. Aplausos de la concurrencia y gritos de ¡Presidente!, ¡Presidente!.

Sábado 8. Veinticuatro horas después, mismo escenario, similares presentes, “He pedido al Senado que me digan a cuanto ascendieron los viajes, a Tenerife, voy devolver el dinero que gasté”. Aplausos y más gritos de ¡Presidente! ¡Presidente!. Alguna que otra lágrima y algo de moqueo.

Les había mentido, nos había mentido, allí mismo delante de todos, y le aplaudieron y jalearon. En unas jornadas de transparencia. De locos.

Entre viernes y sábado se permitió, Monago, soltar otra perla “Dimitir sería hacer dejación de responsabilidades”. Si, si esto lo dijo Monago, el que se proclamaba adalid de la anticorrupción, el que se permitió calificar, ante la reclamación de cambiar la financiación autonómica, a sus compañeros de partido a los Presidentes de Murcia, Baleares y Comunitat Valenciana, como el “Triangulo de las Bermudas”. ¿En qué triangulo estaba pensando el picaron Monago?.  

Lunes 10. El aun presidente de Extremadura, extiende un cheque para pagar sus treinta y tantos viajes privados a Tenerife. No ha dimitido, no ha sido todavía denunciado por mal uso de los dineros públicos.

¿Cuantos viajes privados hemos pagado a Monago, y otros Monagos, en este descontrol?

España va bien. Todavía puede soportar unos cuantos escándalos más. Pero que no tensen demasiado la cuerda porque el corsé puede reventar.

Hasta Esperanza Aguirre, la que está en todas las salsas, la que se nos mete en casa en todos los telediarios, ha dicho “No voy a dimitir, cuando el barco se está hundiendo” ¿Quién ha abierto los coladeros para que entre el agua, la molicie de la corrupción y el saqueo, a raudales?.

Hay que dimitir, hay que tener la dignidad de marcharse a tiempo, hay que reconocer los errores, hay que mirarse al espejo y ser capaces de confesarse que las ideas se están secando, que la ilusión de los primeros días, meses, años, ya pasó. Hay que saber poner el punto final.

Eran los tiempos de la dictadura, eran los tiempos en los que se hablaba, se escribía a tres bandas, los tiempos en los que aprendimos a leer entre líneas, a veces acertábamos, otras los lectores íbamos más allá que el autor del escrito.  

Tengo por ahí, en alguna de las carpetas azulonas, el recorte de un artículo de Rafael Calvo Serer, “Retirarse a tiempo”, publicado en 1968, en el que de una manera indirecta y mediante una sutil comparación con Charles De Gaulle, le pedía a Franco, sin nombrarlo, que se retirase. Fue pedirle peras al olmo.

El censor también leyó entre líneas. El periódico fue cerrado.

Los que pedimos ceses, dimisiones, cumplimientos de líneas rojas, no vamos contra el sistema, otra perla de Monago, hablamos, escribimos para salvar la convivencia, que no es poco.

Fernando Martínez Castellano

Publicado en Las Provincias 12 Noviembre 2014

LOS REYES GODOS

Ni a mis compañeros de pupitre ni a mi, nos hicieron memorizar la lista de los reyes godos. Si que recuerdo que siendo muy pequeños, nos hicieron estudiar el elenco de generales que acompañaron a Franco en la sublevación de 1936. Lo que sí que nos salía con poco esfuerzo, era la alineación del Valencia. Por entonces, los jugadores no se lesionaban, siempre jugaban los mismos, siempre acabábamos diciendo Mañó, Fuertes, Badenes, Buqué y Seguí. Hasta nos sabíamos las alineaciones del Bilbao, del Barça y del Español, como aun no había llegado la televisión, no daban la vara con el Madrid. También conocíamos a los futbolistas, por los partidos con botones que nos organizábamos.

Ya me he ido por los cerros de Úbeda, lo que quería decir es que aquellas listas de reyes, de generales, de jugadores de fútbol, han sido sustituidas por series de corruptos y más corruptos, que aparecen como cacas de perros en las aceras.

Quien más o quien menos, reconoce el nombre y apellidos de todos los directores generales de empleo y cosas múltiples, que ha tenido la Junta de Andalucía. Y sus ginebras deseadas, sus whiskies caros y su coca. Preciso, el grado de conocimiento dependerá de la cadena en la que suelas ver los telediarios. 

¿Y de los pueblos de la Comunidad de Madrid? Reconocemos de todos, su población, su déficit, mangoneos urbanísticos, compinches de timbas del alcalde, partidos por los que han ido saltando hasta acomodarse, del amor de todos los ediles “por el pueblo al que sirven”.  Además de nombres, apellidos y motes de los bandoleros, sabemos de sus marcas de coches preferidas, suelen ser dos o tres marcas, no dan para más, los relojes que engrillan sus muñecas, tampoco tienen mucha imaginación, y el grado de embabiamiento de sus esposas que ni saben ni contestan a su enriquecimiento ultrarrápido, ni si son capaces de malpensar que el sueldo de concejal o alcalde, no debía dar para tanto. De Madrid, al cielo de la pasta trufada.

¿Y los ochenta y tantos, por el momento, usuarios de las tarjetas opacas, y su marca de lencería preferida?.

¿Y los miles de consejeros de las fenecidas Cajas de Ahorro, que no sabían hacer una O con un canuto, pero ahí estaban para llevárselo? ¿Y los presidentes de esos consejos?.

¿Y las cacerías?. ¿Y las traductoras? Piezas de caza mayor y caza menor. ¡Cómo gustan las escopetas a esta gente! Quizás haya mucho de freudiano en esta atracción   

Y toda esta fiesta, se la hemos pagado entre todos. Los panolis hemos estado becando a los sinvergüenzas.

Así que, hasta que llegue el momento que la clase, casta, tribu, o lo que quieran decir, sea capaz de desprenderse del aforamiento, les invito a repasar la lista de los reyes godos. Repitan conmigo, Ataulfo, Segerico, Wamba, Teodoredo……No vale para nada, pero incluso fueron mejores que Barcenas, Rato, Granados, Castedo, Guerrero…..

Fernando Martínez Castellano

Publicado en Las Provincias 5 Noviembre 2014
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