12 noviembre 2014

RETIRARSE A TIEMPO

Viernes 7, “Mis viajes privados, los pago yo”, dijo un indignado Monago. Aplausos de la concurrencia y gritos de ¡Presidente!, ¡Presidente!.

Sábado 8. Veinticuatro horas después, mismo escenario, similares presentes, “He pedido al Senado que me digan a cuanto ascendieron los viajes, a Tenerife, voy devolver el dinero que gasté”. Aplausos y más gritos de ¡Presidente! ¡Presidente!. Alguna que otra lágrima y algo de moqueo.

Les había mentido, nos había mentido, allí mismo delante de todos, y le aplaudieron y jalearon. En unas jornadas de transparencia. De locos.

Entre viernes y sábado se permitió, Monago, soltar otra perla “Dimitir sería hacer dejación de responsabilidades”. Si, si esto lo dijo Monago, el que se proclamaba adalid de la anticorrupción, el que se permitió calificar, ante la reclamación de cambiar la financiación autonómica, a sus compañeros de partido a los Presidentes de Murcia, Baleares y Comunitat Valenciana, como el “Triangulo de las Bermudas”. ¿En qué triangulo estaba pensando el picaron Monago?.  

Lunes 10. El aun presidente de Extremadura, extiende un cheque para pagar sus treinta y tantos viajes privados a Tenerife. No ha dimitido, no ha sido todavía denunciado por mal uso de los dineros públicos.

¿Cuantos viajes privados hemos pagado a Monago, y otros Monagos, en este descontrol?

España va bien. Todavía puede soportar unos cuantos escándalos más. Pero que no tensen demasiado la cuerda porque el corsé puede reventar.

Hasta Esperanza Aguirre, la que está en todas las salsas, la que se nos mete en casa en todos los telediarios, ha dicho “No voy a dimitir, cuando el barco se está hundiendo” ¿Quién ha abierto los coladeros para que entre el agua, la molicie de la corrupción y el saqueo, a raudales?.

Hay que dimitir, hay que tener la dignidad de marcharse a tiempo, hay que reconocer los errores, hay que mirarse al espejo y ser capaces de confesarse que las ideas se están secando, que la ilusión de los primeros días, meses, años, ya pasó. Hay que saber poner el punto final.

Eran los tiempos de la dictadura, eran los tiempos en los que se hablaba, se escribía a tres bandas, los tiempos en los que aprendimos a leer entre líneas, a veces acertábamos, otras los lectores íbamos más allá que el autor del escrito.  

Tengo por ahí, en alguna de las carpetas azulonas, el recorte de un artículo de Rafael Calvo Serer, “Retirarse a tiempo”, publicado en 1968, en el que de una manera indirecta y mediante una sutil comparación con Charles De Gaulle, le pedía a Franco, sin nombrarlo, que se retirase. Fue pedirle peras al olmo.

El censor también leyó entre líneas. El periódico fue cerrado.

Los que pedimos ceses, dimisiones, cumplimientos de líneas rojas, no vamos contra el sistema, otra perla de Monago, hablamos, escribimos para salvar la convivencia, que no es poco.

Fernando Martínez Castellano

Publicado en Las Provincias 12 Noviembre 2014

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