29 marzo 2005

ahora no toca

“Ahora, eso no toca” fue una de esas respuestas que sobrevivirán a su autor, José María Aznar López nos la dejó para la posteridad. Casi siempre solía decirla con una medio sonrisa y también por regla general estaba encadenada a la curiosidad que despertaba la identidad del sucesor designado.

Hubieron también otras frases mucho más célebres para los siglos de los siglos pronunciadas por el anterior jefe de gobierno, pero no es cuestión de andar enredando pues luego hay quien se enfada y todo.

Pero el fondo de esa frase, el meollo de la cosa, no es exclusiva del señor Aznar, al que no se le regatea méritos en la autoría. Montones de políticos han caído en la misma tentación al considerar que las preguntas eran inoportunas, cuando muchas veces la tal inoportunidad solo es consecuencia de un celo en la profesionalidad. A veces se reemplaza el “ahora no toca” por un “el debate ya está cerrado” cuando no se ha hecho lo más mínimo porque existiera tal debate, aunque si que se ha precipitado el cierre del conato de apertura del mismo.

La señora Alcaldesa de Valencia, cuya persona y cargo merecen todo el respeto, nos ha salido con que da por zanjada la posibilidad de un debate, no hay que buscarle sinónimos, en torno a convertir en flotantes los días de Fallas, en ordenar un poco la cosa, ordenar no es encorsetar. Su Concejal Delegado de Fiestas, Félix Crespo, insinúa que puede llegar a plantearse la discusión sobre tal movilidad, pero deja la exclusividad de la autoría, de la discusión, a las Comisiones Falleras.

No creo que valga la pena recordarle al señor Crespo, porque él, o alguno de sus asesores, lo debe de tener en cuenta, que en la Fiesta participan todos los ciudadanos todos, pertenezcan o no a una Comisión Fallera, y más aun cuando de las arcas municipales salen chorros de euros hacia la financiación de los monumentos y adyacentes.

Desconozco en que se pueden basar los miedos a empezar a pensar si cabe la posibilidad de introducir cualquier cambio en las fiestas. Estamos hablando de probables, que a su vez tendrían la intención de mejorar lo mejorable, que lo hay como todo el mundo reconoce. Si no toca ahora a once meses vista, ya me dirán cuando toca y si no toca ¿por qué no toca?.

Fernando Martínez Castellano 29 Marzo 2005
Publicado en Las Provincias

28 marzo 2005

el cochecito lere

Esa cancioncilla forma parte de los clásicos que el viento se llevó. Con samboris y combas. Suena a Prehistoria recordar cuando oías cantarla en la Plaza de la Santa Cruz. Aquellas niñas, hoy ya abuelas, ¿les enseñarán la cantinela a sus nietas? Que inocentes o que tontos del haba éramos, o las dos cosas a la vez. En la edad en que ahora se estrenan con el botellón, entonces aun se saltaba a la cuerda, dirán que menudos bobalicones que estábamos hechos. Pues no.

Hace unos cuantos meses, igual ya es un año, que fue presentado, como todo, a golpe de timbales, bombos y platillos, un cochecito que casi, casi, iba a solucionar los problemas de tráfico de Valencia, Área Metropolitana y media Europa si se dejaba. El cochecito, con toda la pinta de un comecocos, iba equipado de todos los artilugios posibles para ir captando a cuantos infractores de tráfico se topase en su camino. Era como un robot limpiador de coches aparcados en el carril bus. Con sus ojos electrónicos barría la calzada atrapando trasgresores de las normas de circulación. El autito fue paseado por calles y Ferias. No sé si debido a tanto trajín, de aquí para allá, por tener el disco duro lleno de miles de vehículos pillados in fraganti, por no saber que hacer el Ayuntamiento con tantas sanciones o porque no estaba programado para llegar a encontrarse con gente aparcada en triple fila, lo cierto es que parece que el trastete ha desaparecido de nuestras vidas. Los vecinos de las grandes vías se han quedado sin la distracción de verlo avanzar, chano, chano como un justiciero a motor, reparando los actos insolidarios que supone “el que venga detrás que arree”.

La cosa es, que como ciudadanos solemos reclamar la intervención de la Concejalía de Circulación para que solucione el caos que atenaza a nuestra ciudad, ya a cualquier hora. Pedimos que otros actúen, cuando no hacemos ni lo más mínimo por solucionar el maldito embrollo que es el tráfico rodado. En esto tenemos que colaborar todos, aunque sea por puro egoísmo, con el Concejal Novo, en todas las campañas que inicie. Le pediremos, hasta exigir, atención hacia el transporte público, pero en el privado o le echamos una mano, o nos ahogamos todos entre tubos de escape.

Fernando Martínez Castellano 28 Marzo 2005

Publicado en Las Provincias

01 marzo 2005

la tragedia del crítico gastronómico

Andaba escuchando los comentarios de un critico gastronómico sobre un reciente certamen-concurso culinario, andaba escuchando con el deleite con que, desde el micrófono, describía algunos de los platos, que se palpaba que allí había más devoción que obligación. Entre que la hora era una de esas, en las que las tripas te reclaman actividad y que aquel comentarista se complacía contándonos las texturas y sabores de cada uno de los ingredientes, cual Matías Prats de la cocina, el caso es que seguro que a nueve de cada diez oyentes que sintonizábamos en aquel momento el programa, se nos puso en marcha la fábrica de jugos gástricos. No había ni oídos ni paladares que se resistiesen al entusiasmo con el que nos describía las gachas de Ademuz, el “ajopebre” en el que el bacalao sustituye a las anguilas, y “les orelletes” de Xátiva.

Ponía el hombre tanto entusiasmo que no pude dejar de pensar, también son ganas de incordiar las mías, en lo que le puede suceder el día que le gaste una mala pasada el colesterol, el azúcar o la presión arterial. Si para cualquier mortal, cualquiera de estas alteraciones físicas es un incordio, para un crítico gastronómico debe de ser un drama bordeando la tragedia, porque se supone que tienen que probar los platos que describen y muchísimos más, y también está contrastado que a los galenos, en el momento que pones los píes en su consulta, lo que les priva es eso de prohibir mientras te atiborran de píldoras.

Pensé preguntarle a Carlos Pajuelo si se puede considerar accidente laboral el que se le dispare el colesterol a un comentarista del arte de las sartenes, pero Carlos está muy ocupado rebuscando nombres y apodos de aquellos camisas azulonas que con su Formación del Espíritu Nacional transitaban por las aulas de toda una generación. Al final, como casi siempre, Ximo me ha aclarado que lo que con tanto papeo, puede afectar a los críticos gastronómicos se considera “enfermedad profesional”, que hasta llega a desembocar en incapacidad laboral.

¿Qué les sucederá a los críticos de cine y televisión? ¿Y a los de libros, si llegan a leerse algo más que las solapas y contraportada? ¿Y a los que leen columnas?. Miles de “enfermos profesionales”.

Fernando Martínez Castellano 1 Marzo 2005
Publicado en Las Provincias
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