24 febrero 2012

CASI BRUJERIA


La verdad es que poco a poco, con un cabreo detrás de otro, se ha ido subiendo por las paredes, todo un escalador. Cada día le molesta más que Valencia, desde hace unos cuantos meses, esté en las primeras páginas de los periódicos y telediarios nacionales e internacionales. Antes todo eran silencios, ahora todo son escándalos. Cuando no es por unas cosas, es por otras que van alcanzando más puntas en el gráfico del pasmo. Cuando no es por un abuso es por otro y en medio se encuentra en el censo de los paganos, de pagar, que tienen, deberíamos decir tenemos, que tapar todos los agujeros que unos cuantos pájaros o pajarracos, a cara descubierta, con todo el morro, van dejando en el asolado solar de la Hacienda Pública.  
Si alguien guarda alguna duda de la dureza del año en el que estamos montados, si alguien conserva alguna esperanza de que los múltiples choriceos que nos han rodeado no iban a repercutir de inmediato en nuestro bolsillo, si alguien aun cree que todo ha sido una exageración de unos tipos que querían meternos la duda en la cabeza, si alguien es tan cauto o tan incauto, solo tiene que pegarle un vistazo al recibo del agua.
Parece mentira todo lo que se ve en un trozo de papel. Es casi brujería el descubrir tantas cosas entre unas cifras. Restando lo que se consume de agua y lo que se paga, así a primera vista, se comprueba que te endosan el 200% de impuestos, tasas, cánones o como quieran llamarle. Pero ahora viene lo más fuerte, viendo el recibo, fijándote un poco más, allí mismo puedes ver viajes alrededor del mundo, cruceros, ipads, ipods, hoteles de lujo, sacos de euros, bolsos, plumas, gemelos de oro, regalos de la milla de oro y platino, enchufados a tiempo parcial con sueldo total, traductoras rumanas con suites incorporadas, fugas de capital, caviar, moet, todo de gorra.
Ni es una fantasía, ni es que este extraño invierno haya afectado al que nos lo cuenta, firma y está fotografiado ahí arriba. Hagan la prueba. Cojan un recibo de Aguas de Valencia de este mismo año y contrástenlo con el último que recibieron el año pasado. Les entrarán los superpoderes y sin ningún esfuerzo verán todo lo que se les ha descrito.  

18 febrero 2012

ESTO ES LO QUE HAY, CORRUPCIÓN Y DESPILFARRO


Diría que el asunto ya aburre, si no fuera porque el asunto es un asunto más, de los muchos que están apareciendo, quemándonos los bolsillos.
Lo de la cosa esa, que han bautizado como Aeropuerto de Castellón, merece dos películas cómicas, tres policíacas, cuatro de terror, cinco de los pistoleros de Chicago, y seis dramáticas, muy dramáticas.
La imaginación de Berlanga y la crudeza del neorrealismo italiano de la posguerra, si hubieran plasmado algo que se pareciera a lo que está sucediendo alrededor de esta fosa de millones que es ese remedo de aeródromo castellonense, seguro que se hubieran quedado cortos y diríamos ¡que exagerados!.
Lo de que ya se sabían, desde hace seis años seis, los errores y horrores de las pistas del nonato aeropuerto, que conociendo todo esto, se montase el boato, ¡vete a saber lo que costó!, de una “inauguración” por todo lo alto, dice bien poco, o más bien mucho y malo, de los montadores del teatrillo del corte de cinta de la inconclusa obra.
Que después de todo lo que se ha escrito, oído y visto del aeropuerto fantasma, del “aeropuerto del abuelito”, ahora resulta que se tienen que hacer nuevas obras para rehacer la pista, y que lo que hay que demoler y volver a hacer se va a engullir otro puñado de miles y millones de euros.  
No sabes si reír, si tomarlo como una inmensa burla, como una repetición machacona del “día de los inocentes”, si subirte por las paredes o ahogarte en  una inmensa resignación.
Y esta España, que tanto se indigna con las burlas a los deportistas hispanos de los guiñoles del Canal Plus francés, se queda como impasible, como hipnotizada dicen algunos, ante tanto chalaneo, ante tanta inutilidad, ante tanta corrupción, ante tantas grietas por las que se escapan los millones de euros que luego se pretenden recoger a golpe de recortes, de deudas aplazadas, de ridículos.
Es el divorcio, el abismo abierto entre la mal llamada “clase política” y el pueblo pasmado que parece ser el único poseedor de algo de sensatez.
Mi amigo José María, me dice que tiembla cada vez que ve imágenes de las calles de Grecia, cada vez que piensa lo cerca que está la llama de la estopa.
Esto es lo que hay. Prudencia. 

12 febrero 2012

HACER EL INDIO


Ya no se hacen películas de indios. Resulta más barato, un montón de efectos especiales, con maquetas más aparatosas y menos caras que las de Calatrava, con muchas explosiones, coches volando hacia el patio de butacas, que contratar a unos extras, pintarles la cara y montarlos a lomos de caballos con manchas blancas.
Las de “indios” eran pelis de cines de reestreno, se devoraban dos o tres en una sentada, películas de presupuesto tan corto como el bolsillo de los que íbamos a verlas. Entonces, siempre aplaudíamos la llegada del 7º de Caballería presto a salvar, la cabellera y la virtud de las caravanas o a los sitiados detrás de una empalizada asaeteada por los sioux, lakotas y cheyennes. Nosotros que estábamos emparrados hasta lo imposible, que no nos caíamos de un guindo porque no sabíamos lo que era un guindo. Nos creíamos que siempre “los buenos” eran los rubios del uniforme azul y “los malos” eran los pieles rojas, que además eran tan tontos, que se pasaban el rato dando vueltas alrededor de la caravana, para que les dispararan como a los patitos de la feria. Éramos unos críos y aunque cueste creerlo, con una cota mínima de malicia. Nos creíamos todo, nos contasen lo que nos contasen, además ya éramos valencianos.
Luego vino Vietnam y ya nos cuestionamos lo de las intervenciones del 7º de Caballería. Mi generación, cuando creyó despertar, miró a su alrededor, y no salió mas rebotada de lo que salió, por puro milagro. Hasta llegamos a descubrir que “los buenos” no eran tan buenos y que “los malos” no eran tan malos, que no todo era tan exacto. Hicimos el indio, aun hay quien sigue haciéndolo, y luego volvimos a caer en el sueño profundo.
Y de todo esto, de aquellas películas, de aquellos pasillos sembrados de pieles de pipas, me he acordado por culpa de mi amigo Miguel Tejedor, que anda trabajando y disfrutando con su segundo libro sobre las historias de los cines en Valencia, descubriendo insospechados lugares donde se proyectaban películas de indios, cowboys, espadachines, japoneses y algunas policíacas en las que los criminales, contrario a lo que sucede ahora, nunca ganaban, salían rubias perversas y alguna vez Ava Gardner.  

04 febrero 2012

PSICOFONIAS


Ya hace unos años, Altea compró una nevera de aire, que hace más ruidos que un centenar de gaiteros después de ingerir un caldero de fabada.
Intrigada, Altea, al escuchar,  en el silencio de la noche, tanto gemido, tanto jadeo, en la cocina, pensó que aquello eran voces que venían desde el más allá.
Ni corta, ni perezosa, contactó con un profesional en el asunto de los sonidos. Le llenaron la casa de micrófonos que se ponían en marcha cada noche a partir de las doce. De todo aquel tinglado, salieron unas cuantas grabaciones que Altea,  vendió, a peso de oro, a una cadena de radio que hacía mucho caso a lo de las psicofonías. En los suspiros de la nevera de Altea, especialistas en la materia creyeron encontrar voces del Conde de Montecristo, de Moctezuma, y recuerdos para la madre de un árbitro en Mestalla. Como todos, escuchamos lo que queremos escuchar, pues eso. Las voces de las cintas estuvieron en un trís de ganar un premio nacional de radio.
Pero lo bueno de esta historia, es que Altea, con el dinero que recogió de la venta de los susurros, becó a unos jóvenes ingenieros para que le fabricasen un artilugio para traducir sonidos. Dado los tiempos que corren, la pela es la pela, antes de irse hacia Alemania, los ingenieros, le entregaron a Altea su máquina de sonido.
No vean que cosa más maravillosa. Un micrófono recogía las voces por un lado, las procesaba, y las emitía por un altavoz. Disponía de un mando, con el que se podía elegir el tipo de salida: Comercial, Política, Positiva. Un prodigio.
Por ejemplo y al azar, por el micro entraba la palabra “amiguito”, usted ponía la salida “comercial” y la trasladaba a “Muy Señor mío”.
Otro ejemplo, a azar también, “No se subirán los impuestos”, ponías la conexión “política”, y la máquina de Altea decía, “Lo sentimos pero les toca rascarse los bolsillos”    
Pero un día, Altea puso ante el aparato una radio en la que hablaba un político que apelaba a “la transparencia”. Altea giró a la acción de “positiva”. Unas atronadoras carcajadas salieron por el altavoz antes que la máquina botase y se fundiese sobre la mesa. El trasto enmudeció para siempre.
La nevera sigue resoplando y gruñendo.
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