Ya no se hacen películas
de indios. Resulta más barato, un montón de efectos especiales, con maquetas
más aparatosas y menos caras que las de Calatrava, con muchas explosiones,
coches volando hacia el patio de butacas, que contratar a unos extras, pintarles
la cara y montarlos a lomos de caballos con manchas blancas.
Las de “indios” eran pelis
de cines de reestreno, se devoraban dos o tres en una sentada, películas de
presupuesto tan corto como el bolsillo de los que íbamos a verlas. Entonces,
siempre aplaudíamos la llegada del 7º de Caballería presto a salvar, la
cabellera y la virtud de las caravanas o a los sitiados detrás de una empalizada
asaeteada por los sioux, lakotas y cheyennes. Nosotros que estábamos emparrados
hasta lo imposible, que no nos caíamos de un guindo porque no sabíamos lo que
era un guindo. Nos creíamos que siempre “los buenos” eran los rubios del
uniforme azul y “los malos” eran los pieles rojas, que además eran tan tontos,
que se pasaban el rato dando vueltas alrededor de la caravana, para que les
dispararan como a los patitos de la feria. Éramos unos críos y aunque cueste
creerlo, con una cota mínima de malicia. Nos creíamos todo, nos contasen lo que
nos contasen, además ya éramos valencianos.
Luego vino Vietnam y ya
nos cuestionamos lo de las intervenciones del 7º de Caballería. Mi generación,
cuando creyó despertar, miró a su alrededor, y no salió mas rebotada de lo que
salió, por puro milagro. Hasta llegamos a descubrir que “los buenos” no eran tan
buenos y que “los malos” no eran tan malos, que no todo era tan exacto. Hicimos
el indio, aun hay quien sigue haciéndolo, y luego volvimos a caer en el sueño
profundo.
Y de todo esto, de
aquellas películas, de aquellos pasillos sembrados de pieles de pipas, me he
acordado por culpa de mi amigo Miguel Tejedor, que anda trabajando y
disfrutando con su segundo libro sobre las historias de los cines en Valencia,
descubriendo insospechados lugares donde se proyectaban películas de indios,
cowboys, espadachines, japoneses y algunas policíacas en las que los
criminales, contrario a lo que sucede ahora, nunca ganaban, salían rubias
perversas y alguna vez Ava Gardner.
No hay comentarios:
Publicar un comentario