12 febrero 2012

HACER EL INDIO


Ya no se hacen películas de indios. Resulta más barato, un montón de efectos especiales, con maquetas más aparatosas y menos caras que las de Calatrava, con muchas explosiones, coches volando hacia el patio de butacas, que contratar a unos extras, pintarles la cara y montarlos a lomos de caballos con manchas blancas.
Las de “indios” eran pelis de cines de reestreno, se devoraban dos o tres en una sentada, películas de presupuesto tan corto como el bolsillo de los que íbamos a verlas. Entonces, siempre aplaudíamos la llegada del 7º de Caballería presto a salvar, la cabellera y la virtud de las caravanas o a los sitiados detrás de una empalizada asaeteada por los sioux, lakotas y cheyennes. Nosotros que estábamos emparrados hasta lo imposible, que no nos caíamos de un guindo porque no sabíamos lo que era un guindo. Nos creíamos que siempre “los buenos” eran los rubios del uniforme azul y “los malos” eran los pieles rojas, que además eran tan tontos, que se pasaban el rato dando vueltas alrededor de la caravana, para que les dispararan como a los patitos de la feria. Éramos unos críos y aunque cueste creerlo, con una cota mínima de malicia. Nos creíamos todo, nos contasen lo que nos contasen, además ya éramos valencianos.
Luego vino Vietnam y ya nos cuestionamos lo de las intervenciones del 7º de Caballería. Mi generación, cuando creyó despertar, miró a su alrededor, y no salió mas rebotada de lo que salió, por puro milagro. Hasta llegamos a descubrir que “los buenos” no eran tan buenos y que “los malos” no eran tan malos, que no todo era tan exacto. Hicimos el indio, aun hay quien sigue haciéndolo, y luego volvimos a caer en el sueño profundo.
Y de todo esto, de aquellas películas, de aquellos pasillos sembrados de pieles de pipas, me he acordado por culpa de mi amigo Miguel Tejedor, que anda trabajando y disfrutando con su segundo libro sobre las historias de los cines en Valencia, descubriendo insospechados lugares donde se proyectaban películas de indios, cowboys, espadachines, japoneses y algunas policíacas en las que los criminales, contrario a lo que sucede ahora, nunca ganaban, salían rubias perversas y alguna vez Ava Gardner.  

No hay comentarios:

Powered By Blogger