Diría que el asunto ya aburre, si no fuera porque
el asunto es un asunto más, de los muchos que están apareciendo, quemándonos
los bolsillos.
Lo de la cosa esa, que han bautizado como
Aeropuerto de Castellón, merece dos películas cómicas, tres policíacas, cuatro
de terror, cinco de los pistoleros de Chicago, y seis dramáticas, muy
dramáticas.
La imaginación de Berlanga y la crudeza del
neorrealismo italiano de la posguerra, si hubieran plasmado algo que se
pareciera a lo que está sucediendo alrededor de esta fosa de millones que es ese
remedo de aeródromo castellonense, seguro que se hubieran quedado cortos y diríamos
¡que exagerados!.
Lo de que ya se sabían, desde hace seis años
seis, los errores y horrores de las pistas del nonato aeropuerto, que
conociendo todo esto, se montase el boato, ¡vete a saber lo que costó!, de una
“inauguración” por todo lo alto, dice bien poco, o más bien mucho y malo, de
los montadores del teatrillo del corte de cinta de la inconclusa obra.
Que después de todo lo que se ha escrito, oído y
visto del aeropuerto fantasma, del “aeropuerto del abuelito”, ahora resulta que
se tienen que hacer nuevas obras para rehacer la pista, y que lo que hay que
demoler y volver a hacer se va a engullir otro puñado de miles y millones de
euros.
No sabes si reír, si tomarlo como una inmensa
burla, como una repetición machacona del “día de los inocentes”, si subirte por
las paredes o ahogarte en una inmensa
resignación.
Y esta España, que tanto se indigna con las
burlas a los deportistas hispanos de los guiñoles del Canal Plus francés, se
queda como impasible, como hipnotizada dicen algunos, ante tanto chalaneo, ante
tanta inutilidad, ante tanta corrupción, ante tantas grietas por las que se
escapan los millones de euros que luego se pretenden recoger a golpe de
recortes, de deudas aplazadas, de ridículos.
Es el divorcio, el abismo abierto entre la mal
llamada “clase política” y el pueblo pasmado que parece ser el único poseedor
de algo de sensatez.
Mi amigo José María, me dice que tiembla cada vez
que ve imágenes de las calles de Grecia, cada vez que piensa lo cerca que está
la llama de la estopa.
Esto es lo que hay. Prudencia.
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