14 mayo 2011

PIramides huecas

Ya saben, una “pirámide financiera” es un tinglado de fraude, en el que al personal le cuentan lo que quiere creer y el personal se lo cree, porque le gusta creer que sin esfuerzo va a ganar el oro y el moro. Fe y codicia.
Ha estallado otra pirámide. Ya van unas cuantas. Otra vez han volado, miles y miles de euros a paraísos fiscales o a lejanos mares bordeados de palmeras. Nada por aquí, nada por allá. Quizás sea una más de las secuelas de aquellos tiempos que creíamos que éramos ricos. Tiempos en los que la pasta negra, la B de Barcelona o de Babia, rebosaba cajones y alfombras. Quizás sea uno de los efectos de los ¡pluffss!, que nos despertaron de los sueños de opulencia y nos devolvió al sitio que nos corresponde y gracias.
Al paso que vamos, adelantaremos, en lo de la construcción de pirámides, a los egipcios. Que vayan corrigiendo las crónicas de la Historia. Lo malo es que a estos “arquitectos financieros”, a los que recientemente les han descubierto la “paraeta”, alzaban castillos de arena sobre la nada. Una pirámide en cada esquina. La pirámide como motor de la recuperación de un país desnortado. Humo y falacias cimentadas sobre apariencias enganchadas al anzuelo esperando que alguien picara.
Y vaya que picaron. Y mira que pican y picarán, porque volverán a caer en las redes del timo. Les prometen lo imposible, que les darán duros a dos pesetas, que multiplicarán lo jugado por el doble, por el triple. Siempre habrá un espabilado que se aproveche de tanta codicia. Porque no creo que quepa lo de la ignorancia. ¿De que se podría tildar a alguien que creyese que podía duplicar, triplicar, o más aún, sin dar golpe, su dinero en un año?
¿Timadores y timados en el mismo saco? Pues si. Y en todos los países, saltando fronteras, hasta sacando provecho de las nuevas tecnologías. Al día lo de intentar ganar dinero por la vía rápida.
Todo muy viejo, como “la estampita”, los nazarenos, la caja de destintar billetes, el tocomocho y su pastelera madre.
Aunque que, mejor pensado, todo es una enorme pirámide. Estamos metidos en una enorme pirámide. ¿Qué es sino una larga campaña electoral llena de promesas de dudoso cumplimiento? ¿Quién engaña? ¿Quién se deja engañar?
Hoy estoy de un pesimismo terrible. Ya necesito ir al Tirreno.
fmc
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