28 septiembre 2009

Central Park

Resulta curioso, misterioso dirían otros, que conforme avanza el calendario de la llegada del AVE a Valencia, el futuro, el largo futuro, del Parque Central se va cubriendo de silencios.
Recordemos que se bautizó como “Parque Central” a la gran extensión, de terreno que ocupa actualmente la llamada “playa de vías” que se extiende desde la Estación del Norte hacia el puente del Bulevar Sur, más allá de la Cruz Cubierta.
Hagamos memoria de que la denominación de Parque Central le vino por su situación en el espacio de la ciudad, y porque se pretendía que se asociara, el nombre, con el Central Park, oasis verde de Manhattan, autentico goce para los sentidos.
La cosa es que gracias a Google Earth, a un clic, a un parpadeo del ratón, ahora mismo podemos imaginar como podría ser Valencia dentro de unas décadas si en estos años se impone la valentía de convertir el Parque Central en el gran islote verde, dentro de la ciudad, descargado al máximo de la dureza del cemento.
Pero, “los tiempos no están para alegrías”, nos dirán. Insistirán con que, las grandes obras hay que pagarlas, la nueva gran estación, el soterramiento de las vías, y unas cuantas verdades más. Que son muy verdades sobre todo si pensamos en presente. Pero si siempre se hubiera pensado en presente, nunca se hubieran realizado proyectos de los que en este momento todos nos sentimos orgullosos.
Insisto en lo que decía allá arriba del todo, al proyecto del Parque Central, parece haberlo velado la nebulosa de “no tocarlo”.
Precisamente en este momento, antes de que nos lleguen los diluvios de las promesas electorales, los acuerdos entre Ayuntamiento, Consellería de Obras Públicas, Ministerio de Fomento, RENFE y quien se presente, deberían dejar las cosas bastante claras y comprometidas.
La existencia del Parque Central, no solo afectará a la Valencia de los años diez, veinte o treinta años venideros. El Parque Central, como el modelo neoyorquino a imitar, Central Park, sobrevivirá, si la avaricia especulativa no lo impide, a muchas de las masas de cemento que ahora mismo consideramos emblemáticas.
fmc Publicado en Las Provincias 26 Septiembre 2009

22 septiembre 2009

Afganistán

La semana pasada, Carlos Pajuelo colgó su ironía fina en el perchero, en el mismo que tiene colgado, su sombrero Panamá, en la espera de nuevas aventuras urbanas. Colgó el traje, el mismo lo ha dicho más de una vez, del sarcasmo, con el que combate la realidad de cada día y nos recordó un problema, que por lejano, no deja de ser grave. Nos habló de muerte, nos habló de Afganistán.
De Afganistán sabemos poco, como de muchas otras cosas. Sabemos que un día, de Octubre del 2001, el entonces presidente de los EEUU, G. W. Bush, le señaló como refugio de terroristas y cómplice de Ben Laden en la destrucción de las Torres Gemelas de New York. La venganza como excusa. Comenzaron los terribles bombardeos. Sin imágenes, pero brutales bombardeos.
Suponemos que Afganistán debe de tener un gigantesco valor geoestratégico, tan grande como para que en los últimos treinta años su territorio, haya sido invadido por la antigua URSS y posteriormente por los EEUU apoyados por los países de la OTAN.
Cada vez que escucho que se ha producido un ataque talibán, o sea todos los días, me pregunto, y no debo de ser el único, ¿Quién paga las armas y los cohetes? Y cada vez que leo o escucho, que la fuente de financiación de los talibanes es el cultivo del opio, lo entiendo menos. Entiendo menos, porque existe la certeza que plantaciones de café y caña, de algunos estados suramericanos, en los sesenta, fueron “bombardeados” con larvas, por la CIA, para cargarse cosechas enteras y con ello desestabilizar al gobierno de turno. Sería más barato repetir la experiencia con el opio.
Lo de apelar a que en Afganistán estamos defendiendo los derechos humanos, suena a mucha broma, suena a cachondeo cuando vemos cuantos países, cuantos millones de personas, han sido abandonados en manos de tiranos en Africa.
¿Qué hacemos allí? ¿Qué hacen, aunque sea un número muy limitado, miembros del Ejército español? ¿Qué estamos pagando?.
No estamos, como en Líbano, bajo la bandera de la ONU, en misión de paz. En Afganistán llevamos las armas cargadas. No separamos a combatientes, somos unos de los combatientes.
fmc Publicado en Las Provincias 19 Septiembre 2009

11 septiembre 2009

Otra de gastazo

Al final, cuando definitivamente baje el telón en los primeros días de Octubre, y la decisión del COI haya hecho añicos, la última esperanza, deberemos retomar la cantinela de que alguna vez, tendremos que pedirles más responsabilidad a los políticos, a los que hemos encomendado la administración de este “edificio” llamado España, del que todos sus habitantes somos, aunque a veces parezca mentira, “propietarios”. Aunque ya canse tanto repetirlo.
Insistiremos, aunque sea vocear en el vacío, para que incluso cuando retornen “los eufóricos días”, la contención, la austeridad, sean los motores de actuación de nuestros políticos.
La “Gran Caja” es de todos, y su estado de salud nos afecta a todos. Un patinazo, un exceso, el faroleo de un concejal, no digamos de un alcalde, de cualquier municipio pese a que esté en la otra punta de España, altera al bien común como si estuviera aquí al lado mismo. Las ansias de gloria, los empeños en pasar a las crónicas, las pagamos todos, todos. Las administraciones no son espacios estancos, todo se comunica, gastos y por supuesto impuestos.
Hace años que el Alcalde de Madrid, se lanzó, a la conquista de la celebración de los Juegos Olímpicos del 2012. Hizo cuanto pudo, pero el COI señaló a Londres como el escenario elegido para el 12.
La historia de las designaciones de Sedes Olímpicas, establece, aunque no haya norma escrita, la costumbre de alternar los continentes. El vaticinio era claro, después de Sidney, Pekín y Londres le tocará el turno al continente americano, Chicago o Rio de Janeiro.
Ruiz Gallardón, en lugar de plegar velas y pensar que hasta el 2024 o el 2028 no había nada que hacer, siguió adelante, se empeñó en volver a presentar candidatura para el 2016.
No sé si fue un torero o un político quien dijo aquello de “Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.
Y eso sucedió, que lo que no pudo ser, no fue y no será por unos años. Solo aplicando la lógica más simple.
Saber cuantos euros nos ha costado el intento estéril, va a ser aun cosa más difícil.
¿Será por dinero? Público, por supuesto.
fmc 12 Septiembre 2009

05 septiembre 2009

El Principal

La cita es de Luigi Pirandello, novelista, dramaturgo, Nobel de Literatura.
“Un hombre famoso no puede vivir su propia vida como le parezca; ha de vivirla según la idea que los demás se han hecho de él y sobre la que reposa su fama, esclavo pues de la forma que ha adoptado y en la que los demás le reconocen; ay si se sustrae de ella. Y así es como acaba convirtiéndose en la estatua de si mismo”.
Paralelismos a montones.
Y como hoy, estamos “metidos” en teatro vamos a hablar de otro teatro, del Teatro Principal de Valencia. Hemos empezado hablando de un autor, y ahora iremos al escenario, a un edificio.
Les invito a darse una vuelta por la calle de las Barcas, en Valencia, y situarse frente al Teatro Principal, mírenlo de arriba a abajo, de un lado y del otro. Si mientras están allí, pasa un autobús con turistas, saluden, distráigalos, que no vean la fachada.
El edificio, incluidas las columnas de aire solemne, está ennegrecido, sucio, abandonado. Uno de sus laterales está adornado por una hilera de policromados chorritosos contenedores para las basuras. Es una vergüenza que se encuentre en el estado que está, el principal teatro de una ciudad que pretendió, hace años, ser la “Capital Europea de la Cultura”.
El desamparado Teatro Principal ni ha entrado en los planes de Zapatero, ni en los Confianza de Camps, ni en los de Alfonso Rus, su titular.
El Teatro Principal es tan propiedad de la Diputación de Valencia como lo es la Plaza de Toros en la que la Diputación va a gastarse un pastón en unas reformas de vete-a-saber-que-necesidad-hay-de-ellas. Dicen, los que saben de ello, que la Diputación de Valencia, algún día nos daremos cuenta cuantos organismos de la administración tenemos “repes”, tiene toda la “pasta” del mundo, por lo que piensas que el freno no va por ahí, debe de ser por otras indiferencias compartidas además desde los silencios del Ayuntamiento de Valencia.
Quizás solo haga falta que alguien, ese alguien que usted está pensando, coja el teléfono y con voz profunda diga, ¡Xe, Alfonso, dóna-li almenys una passada de pintura!”, ¡¿Será per diners?!
fmc Publicado en Las Provincias 5 Septiembre 2009
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