Este verano, TVE, por la cosa de los recortes que
todo lo capan, va a echar mano a sus viejos tesoros. “Curro Jiménez” es una de
las series, de bandoleros, que se van a desempolvar. No sé si también repondrán
“Los Tramposos”, compendio del tocomocho, “Atraco a las tres”, “Historias para
no dormir” y algún NODO para encajar con la situación y adyacentes, que nos está
tocando cargar en las espaldas.
Y es que entre los sinvergüenzas propios y los
importados andamos sobre ruedas, cuesta abajo, sin frenos.
Hienas, cuervos, carroñeros y piezas de ese
estilo, están aterrizando en una España, que se quiere coger a todos los clavos
ardientes que se le presentan.
Tanto deseo de superar la situación, lleva a no
hacer una simple criba de los prometedores de pociones mágicas. Entre lo
espabilados que son los timadores y lo tontosdelculo que son los que los
reciben, no damos abasto para ahondar aún más el cenagal de nuestras miserias,
de nuestros bochornos, de nuestra enorme incertidumbre.
Unos se presentaron con el timo del “jeque
árabe”, menuda broma si no fuera porque es un drama. Unos estafadores
parapetados detrás de la chilaba, alquilada, de un camarero brasileño, que a
duras penas contenía la carcajada oyendo como un incauto estaba picando en que
el club que él presidía iba a ser el Chelsea manchego. Pasearon al “jeque”, que
les iba a inundar de oro el equipo de fútbol, la ciudad y sus polígonos
industriales. Chusco muy chusco, casi, casi, como aquella sociedad uruguaya que
iba a comprar al Valencia SAD, el nuevo campo y todo lo que se presentase.
Lo de Las Vegas, ya es para echar a correr y no
parar. Unos señores, algo hay que decir, con toda la pinta de haberse escapado
del reparto de una película de Scorsese, de Coppola, vestidos de mafietas, están viendo como les ponen a sus píes las
alfombras, cómo están dispuestos a cambiar leyes, para que el mega casino, y lo
que salga alrededor, sea declarado zona “duty free”. El tío Gilito de Las
Vegas, prometió el oro, la mirra y resulta que no tiene un duro.
Estamos, haciendo el ridículo, el ridículo más
absurdo, y de ese pozo de la indignidad, de ese pozo, nos va a costar mucho salir.