Hace unas semanas visitamos Marsala. Mirando al
Este, la tenemos casi en línea recta, prácticamente en el mismo paralelo que
Valencia. Posee, como muchas otras ciudades de Sicilia, un casco antiguo en el
que son patentes las huellas de los años que pertenecieron a la Corona de
España. Marsala es una ciudad, ochenta y tantos mil habitantes, asombrosamente
limpia.
Callejeando, llegamos ante un edificio, con todo
el estilo de los “treinta” del siglo pasado, en la fachada su nombre, Cine
Impero. Fue un antiguo cine, que se salvó de los bombardeos británicos y más
tarde de la piqueta. En la actualidad es un contenedor de actividades
culturales. Fotografié el edificio. Le ví un nosequé, tanto que, ya de vuelta a
Valencia, al pasar las fotografías del viaje
al ordenador, una de las imágenes del Cine Impero la instalé como salva pantallas.
Mirándola me preguntaba qué me atraía de aquel edificio. La miraba y la volvía
a mirar hasta que un día, ¡zas!, caí en la cuenta. No había, no hay, ni un solo
graffiti, ni una sola raya, ninguna firma de ningún imbécil en la fachada principal,
ni en las laterales. El edificio color crema, inmaculado. Miro una y otra vez,
con envidia, la fotografía del Cine Impero, la envío a los amigos. ¡Un edificio
limpio de pintadas!.
Creo que ha sido el Ayuntamiento de Alicante el
que ha dicho que no tiene presupuesto para limpiar las pintadas. Así estamos. El
recorte de cada día. Recortes en los servicios que deben de prestar los
municipios a sus vecinos. Pero ya va a ser hora, de que los vecinos también reclamemos
a los vecinos un mínimo de civismo.
¿Por qué tenemos que pagar por limpiar, o
soportar eternamente, que un gilipuerta pintarrajee en un muro “Te amo Yesi”?
No hay excusas, ni feronomas, ni subidones de
hormonas, que lo justifiquen, mándale mil sms, pero no empastres más la ciudad.
¿Por qué hay tanta permisividad con gente que
armadas con un spay, no respeta ni monumentos, ni puentes, ni petriles, ni
mobiliario urbano?
Si quieres dejar para la posteridad el garabato
de tu firma, cómprate una resma de papel, una caja de bolis y empieza. Cuando
acabes empapela tu casa, pero déja la calle limpia.
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