Somos un País curioso, pasamos del drama a la
comedia con una facilidad que no veas. No sabes, si es que somos unos
clarividentes excepcionales, unos superficiales febriles, o unos descreídos de
tomo y lomo, que ya no nos creemos nada.
Ni las colas de la pobreza nos hacen poner el píe
en tierra. Un cuarto de la población en el umbral de la pobreza, otro cuarto tiritando
de miedo, otro cuarto padeciendo insomnio y el resto pensando en que nuevos
líos nos van a meter.
Ha bastado con que alguien, que visto lo visto
tiene la misma capacidad de predecir el futuro que una vidente de la tele, ha
bastado que ese alguien, dijera que allá al fondo del túnel se ve una tenue
lucecilla, igual puede ser un atisbo de salida que una luciérnaga extraviada en
el precipicio, decía ,que ha bastado con que alguien haya cambiado el discurso,
para que volvamos a las andadas, volvamos a gastar dinero, sin ton ni son, en
proyectos que solo son humo, en proyectos alentados, otra vez, desde las
Administraciones.
No estoy hablando del macro proyecto del macro
casino que se disputan Madrid y Cataluña, con traductoras incluidas, y en el que, con
el reloj muy avanzado, apareció la oferta de Castellón, que tuvo toda la pinta
de “ir de farol”.
No iba por ahí.
Voy por la insistencia en colar
otro corredor distinto al que dicen que tiene todas las bendiciones oficiales
de Bruselas. La insistencia de Extremadura, Madrid y Aragón, con la sospechosa complacencia
de la Ministra de Fomento en la plataforma por el corredor central. ¿De qué va
el asunto? ¿De gastar por gastar en un proyecto que no va a llegar a nacer? ¿De
enfrentar a los de la solución central con la mediterránea? ¿De mantener al
personal en vilo?
Si España, su Ministerio de Fomento, su Gobierno,
apoya una u otra solución, que se diga de una vez, con firmeza. Si el Corredor
del Mediterráneo solo es un sueño más, díganlo y sigan apoyando la plataforma
que mantiene el gobierno extremeño. Si no es así, que se deje de gastar dinero
en humo, que ya estamos bastante ahumados.
Por favor señora Ministra, señora Pastor, deje de
querer quedar bien con todos, porque, al final, solo dejará muchos desencantados
y cabreados.
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