29 octubre 2007

piano, piano

Visto lo visto, oído lo oído, leído lo leído, parece ser que lo mejor va a ser no pedir prisas. Que vayan a la marcheta y los demás a morderse un poco las ganas de sacar recordatorios de fechas. Que se acabe, acumulando retrasos, pero que se acabe bien. Los empeños, ligados a promesas electorales y la calidad, son dos elementos que no suelen encajar.

No crean que me estoy refiriendo al Palau de les Arts, al ascensor del escenario averiado, a la sala con mala audición, a la otra sala aun no estrenada e inundada, a la retirada de un par de centenares de butacas por visibilidad cero, a los sótanos anegados, a los sobresaltos cada vez que el Servicio Meteorológico anuncia que se va a abrir el cielo o muchas otras incidencias causadas por la necesidad electoral de estrenar de pressa i corrents. No, no quería hablar del Palau de les Arts en el que inaugurado, reinaugurado y vuelto a inaugurar, hay que rascar aun mucho, para que acabe justificando los sobre costes, las prisas y más cosas.

A lo que quería referirme es a la llegada del AVE a Valencia. Visto, oído, leído más lo que nos queda por ver, oír y leer sobre cuanto está sucediendo en Barcelona, no fotamos la cosa, no demos prisa, no sea que acaben echándonos la culpa de que todo pasa por ser unos “nerviosets”.

Hace años, cuando ya se había descubierto que la línea recta es la más corta entre dos puntos, soportamos, con más paciencia que un hincha del Levante, que nos anduviesen entreteniendo y distrayendo con cuatro o cinco recorridos Valencia-Madrid en los que no se pasaba por Vigo de puro milagro. Se perdió tiempo y tiempo, discutiendo los tapizados de los vagones, mucho antes de que se allanase un metro de tierra. No creamos que ahora, se vaya a recuperar en dos años el retraso de un par de décadas. No seamos ilusos. El déficit en infraestructuras que arrastramos, por ser como somos, no se soluciona ni en un par de años, ni en tres elecciones. Eso está ahí, ahora bien que se prevea que cuando lleguen las vías a Valencia, del lío de Barcelona se tienen que extraer experiencias, el caos, que habrá caos, sea lo más llevadero posible.

A estas alturas de las obras, tanto da el 10 como el 11. Eso si, exigiendo Calidad y Seguridad.

Fernando Martínez Castellano 23 octubre 2007

Publicado en Las Provincias 26 Octubre 2007

19 octubre 2007

el polen de la rosa

Resulta difícil ponerle titulo a un artículo de este tipo. El título es como un resumen en tres o cuatro palabras. Hubiera podido bautizarlo como “La Cocina del Infierno”, pero me sonó muy cruel.

Inicio contando una canallada, que sufrí en carne propia. No hacía ni un mes que había sido elegido Alcalde de Valencia, cuando llegó a mis oídos que un diputado por Valencia, J.C., propalaba en Madrid, en el Congreso de Diputados, la calumnia que desde la Alcaldía de Valencia se había dado ordenes para que la Policía Local reprimiese una huelga del transporte. Como lo de la represión no calaba, el muy infame, se fue por otros caminos, tan falsos como los anteriores, con el ánimo de lanzar cieno sobre mi persona. Y lo lanzó y vaya si lo lanzó.

Se han ido reemplazando, a lo largo de los recientes años de democracia, casi todos los personajes de las cúpulas del PSPV y del PSOE, por cambiar hasta han cambiado las sedes, en Valencia y en Madrid, sin embargo, los procedimientos de machaque, de cruel destrucción de la persona permanecen, diría que hasta se mejoran. Si mutaron ejecutivas (de ahí lo de ejecutores) y edificios (no cabe achacarles pues eso de lugares enfermos), se puede suponer que los instintos destructivos deben de transmitirse mediante otras vías, por ejemplo el polen de la rosa.

Por cierto, a mi personalmente, cada día me cuesta más hablar del PSPV, del PSC, de la FSM. Todo eso es una enorme farsa para distraer al personal. Todo es PSOE y nada más. Todo pasa bajo el visto bueno de Ferraz. Muy recientes los experimentos, en forma de estatutos o candidatos municipales, fueron de Ferraz. Las facturas, en este caso si que hubo facturas, las han pagado otros.

El gran pecado de J. I. Plá, fue no dimitir en la madrugada del 28 de Mayo, horas después del gran batacazo, pronosticado, que se pegó el PSOE en las elecciones Autonómicas y Locales en la Comunidad Valenciana. Plá debería de haber presentado su irrevocable dimisión. Plá no la presentó, es más el Comité Nacional de su partido apoyó su continuidad hasta el siguiente Congreso Ordinario. Plá no valoró entonces, le hubiera bastado mirar hacia atrás, hacia la historia reciente, las dimensiones de la crueldad, de la saña, de algunos de sus “compañeros” de partido. Se han amparado sus “matadores” en eso tan indefinido como es decir “el partido”, cuando todos saben que se usa el término “el partido” con la misma maestría que los sicarios manejan el embozo. No lo han destrozado en el campo político, porque no pudieron, Plá tenía apoyos. Se han ido por donde más duele, por donde le iban a dejar solo, por el ataque personal.

Vamos a ver, en estos momentos, lo que se ve desde la calle, desde la gente de a pié, lo único que llama la atención es que el ciudadano J. I. Plá solicitó una licencia de obras por un importe muy inferior a las obras que se iban a realizar, igual que en miles de reformas en cocinas, baños, áticos y sobre áticos.

Pero esto no cala, había que dar más morbo, había que arrojar la duda sobre la honradez, no les tembló la mano, la arrojaron y se fumaron un puro. Y si no hubiera habido bastante hubieran echado mano a los padres de Madeleine o a Lee Oswald. Han pasado los años, los métodos no cambian, la sonrisita de los esbirros tampoco.

¿Ha sido Plá el único culpable, de que elección tras elección, el voto socialista, por estas tierras haya caído hasta las profundidades? ¿Ha sido Plá el único culpable de la escasa (nula) renta electoral que sacó su partido de un acontecimiento del calado de la 32ª edición de la Copa del América? ¿Ha sido Plá el único culpable de haber perdido las alcaldías de Paterna, Torrent, Paiporta? ¿Ha sido Plá el único culpable de haber querido mantener alcaldes, en el “cinturón rojo”, por los siglos de los siglos? ¿Ha sido Plá el causante de que en Paterna militantes del PSOE hicieran campaña a favor del candidato del PP? Si Plá es el único culpable de todo esto, la democracia interna en el PSOE debe de estar por los suelos.

J. I. Plá puede haber sido un Secretario General muy malo, un Jefe de la Oposición aún peor, pero no ha estado solo en esa pésima travesía de un desierto repleto de cañas por el que está pasando y pasará el PSOE en la Comunitat Valenciana.

El teléfono de Plá dejará de sonar. Ahora solo sus buenos amigos le acompañarán en las caminatas de la mañana.

Fernando Martínez Castellano 19 Octubre 2007

hasta la próxima

Dicen, de uno que, todos los días, le pedía a Dios, que le tocase la lotería. Harto de tantas súplicas, un día, el buen Dios, le dijo al insistente “Te echaría una mano en algún sorteo, si al menos comprases un décimo”. Este cuento nos debería sonar a los valencianos. Aquí se arriesga demasiado con que la Providencia nos cubra las espaldas y a veces le pedimos mucho. Los hechos se repiten, como si no supiésemos de la inestabilidad que viene con las primeras semanas de todos los Otoños.

Las lluvias, las gotas, frías o calientes, nos dejan con las vergüenzas al aire. Las vergüenzas y las faltas de previsión. Prevenir debe de ser caro. Pero no todo es cuestión de barrancos, cañotes, paseos marítimos que actúan como presas, alcantarillados que no han crecido al ritmo de la población, de planeamientos urbanos inexistentes, hay más cosas. Bajo el paraguas, ¡ay el paraguas!, del desarrollo, se está consistiendo demasiado.

Juan Ponce y su esposa quisieron pasar cuatro días, de la semana acueducto en un Hotel con muchas estrellas y mucho Sol al píe del Peñón de Ifach. Le instalaron en el decimoquinto piso. Unas vistas magníficas sobre las Salinas hasta que….

Llegaron las lluvias sobre Calpe, con ellas todos los problemas producto de la negligencia y/o de las nulas inspecciones necesarias para la seguridad de un establecimiento con doscientas habitaciones. El hotel, inundadas sus salidas, se convirtió en una cárcel, de allí no se podía mover nadie. Juan no tuvo más remedio que, previo pago, prorrogar un día más su estancia. Al inundarse los sótanos falló la energía. Fallaron los ascensores, el suministro de agua y por fallar, fallaron hasta las obligatorias luces de emergencia. Goteras. Todo a oscuras. Ni un generador. Ni un cabo de vela, ni una linterna, solo la luz de las pantallas de los móviles. Quince pisos arriba, quince pisos abajo. Así, tarde, noche y mañana. Ni una explicación. ¿Quién inspecciona la seguridad de estos establecimientos?

No cabe la excusa de una gran tormenta, hay diferencias entre un campamento indio y un hotel cargado de estrellas.

Al abandonar el hotel a Juan, no le devolvieron ni un céntimo, llenó una hoja de reclamaciones, después me lo contó a mi y yo se lo cuento a ustedes. Es una historia real.

Fernando Martínez Castellano 16 Octubre 2007

Publicado en Las Provincias 19 Octubre 2007

13 octubre 2007

más allá del negro

¿Cómo se distinguen en la ciudad los llamados “puntos negros”? ¿Por las obras que se realizan para quitarles peligrosidad? ¿Por los carteles que avisan que se está en las cercanías de un cruce de escalofrío? Nada de todo esto.

Les llamamos puntos negros son reconocibles por la arenisca que arrojan los bomberos sobre los líquidos desparramados en el asfalto tras un choque. La arena esparcida ejerce de instantáneo “avisador”, pero al cabo de unas horas desaparece, el continuo paso de vehículos la dispersa.

Hace ahora cincuenta años que el Puente de Campanar, a la izquierda de la Petxina, prolongación de Pérez Galdós, saltó a la fama fotográfica por ser uno de los primeros lugares en los que el Turia se salió de su viejo cauce. Imágenes del Puente de Campanar al que pasaba por abajo y por arriba un Turia enfurecido, encontrarán ustedes, en todos los reportajes, exposiciones, recopilatorios que recuerden la riada de 1957.

Ya han transcurrido cincuenta años y aquel puente, entonces con muy escaso tránsito rodado, por el que caminaba el ganado, pacientemente como si supiera lo que le esperaba, camino del Matadero, se ha convertido en uno de los puntos blancos, negros y en technicolor con mayor incremento de tráfico en Valencia. Y en los dos cruces, en las dos orillas, Petxina y Tirso de Molina se vienen produciendo, con demasiada asiduidad, percances perfectamente evitables que hacen que el puente no descienda en la escala de la fama.

El sábado 6 de Octubre, a media mañana, en el cruce del Puente de Campanar, inicio de Maestro Rodrigo, con Tirso de Molina se produjo un terrible, se queda corto el adjetivo, accidente. Vete–a-saber que número es en lo que llevamos de año. Y aquí, no hay quien haga nada, además de atender a los accidentados, sacarlos del coche machacado, acostarlos en una camilla, evacuarlos hacia La Fe, extender la arena sobre los restos, retirar los plásticos, ya no se hace nada más, o así lo parece. Como si no se pudiera hacer nada, el sino.

Alguien tendrá que calentarse el cacumen ante tanta insistencia del accidente o de la imprudencia. Durante segundos todos los semáforos del cruce en rojo, es lo mínimo que se puede hacer. Desde ahí, a todo lo que sea, para evitar tantos golpes.

Fernando Martínez Castellano 8 Octubre 2007

05 octubre 2007

escaparateando

Invento al canto, el palabro escaparateando, gerundio de escaparatear, todo un trabalenguas.

Al cabo de veintimuchos años los comerciantes del Centro Histórico han reconocido que la idea que entonces se les expuso de peatonalizar algunas calles, no era tan descabellada, ni mucho menos, tanto que ahora sugieren, desde su Asociación, el incremento del número de vías en las que se limite el tráfico rodado. Atrás, muy atrás, quedaron las duras resistencias a que las calles Ribera, Passeig de Russafa y Convento Santa Clara, fueran la proa de la peatonalización en Valencia.

Han pasado unos cuantos años, y los comerciantes del centro han acumulado tantos viajes a Centro Europa, que la mayoría se ha convencido que lo de escaparatear y comprar, se hace mejor sin estar pendientes del acoso de los vehículos. Un Centro Histórico en el que se da preferencia al peatón, es un potente imán para el turismo que visita cualquier ciudad, sea Budapest, Londres, o Cefalu. Valencia no tiene porqué ser la excepción, es más nuestro clima, por lo menos antes de este loco 2007, impulsa, durante muchos meses del año, al paseo, relajo consumista, incluso hasta empuja a acomodarse en alguna cafetería para ejercer el ritual de ver caminar a otros.

La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico ha presentado al Ayuntamiento de Valencia, una lista de proposiciones muy interesantes, para ellos y para la ciudad. No han pedido ni la Luna ni los Anillos de Saturno, todo muy posible, aunque algunas de estas propuestas estén durmiendo el sueño de los justos desde ni se sabe. La peatonalización de un número mayor de calles, la mejora del transporte público, la creación de nuevos aparcamientos, la armonización del mobiliario urbano, todo es muy factible en una ciudad que quiere avanzar por todos lados. Las peticiones saldrían por cuatro perras, sin llegar a comparar con otras inversiones, que se están produciendo, menos seguras y más evanescentes.

Ahora bien, que nunca olviden los Comerciantes del Centro, que por las calles peatonales se tiene que dejar espacio suficiente para que puedan caminar los viandantes, que también tienen algo que decir en esto. Peatonal viene de peatón, no de sillas y mesitas a porrillo, ejerciendo de embudo.

Fernando Martinez Castellano 2 Octubre 2007
Publicado en Las Provincias 5 Octubre 2007
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