Decía Clint Eastwood en El Semanal, “No tengo miedo. Soy demasiado viejo para eso”. Justo lo mismito que a veces dice mi amigo Carlos. El Eastwood no tendrá miedo, pero de sus tiempos de actor de spaghetti western, a veces, aun le queda una facha de mala leche que esa si que da susto, por mucho que en esa carita guarde las huellas de su etapa de alcalde de Carmel, su pueblo. Ahora que, si es cierto que con la edad vas perdiendo miedo, ¿por qué el voto de los mayores suele ser tan conservador?
Creo que no tuvo precisamente miedo, un hombre que cruzó la calle por el lugar por el que no debía y fue arrastrado por un loco detrás de un volante. Podía haber sido un muerto más, cosa de los tiempos que corren, pero resulta que al buen hombre, a su cuerpo sin vida, lo han tenido durante tres meses guardado en un frigorífico del Anatómico Forense, esperando que fuese identificado o reclamado. La familia debió de creer que se había ido “a por tabaco” y no denunció sus ausencias al no acudir ni a la cena, ni a la cama, ni al día siguiente, ni al otro, ni al otro. Igual estaban acostumbrados a sus vacíos.
Esta historia de soledades, sucedió en el Cantábrico como podía haber sido en el Mediterráneo.
Los CSIs hispanos inspeccionaron, es lo suyo, las ropas del muerto. Los zapatos estaban etiquetados como “made in Croazia”. Los pantalones eran “made in Romania”. La camisa y la corbata “made in Italy”. La ropa interior “made in China”. La marca del reloj suiza, aunque tenía toda la pinta de ser de Taiwán. ¡Eso no era lo que tocaba!, en la tele por la suela de los zapatos averiguaban que el muerto, el del telefilm, había estado en un pueblo de Arizona comiendo una hamburguesa y ellos, los forenses que tan de moda están, se encontraban ante un cadáver que era incapaz de decirles de donde venía. Le debieron de observar, se supone, de arriba abajo. Escarbaron, se supone, los fondos de las vísceras. Lo metieron y sacaron, se supone, unas cuantas veces de la nevera. Debieron hacer todo, todo, menos rebuscar en la chaqueta “made in Brazil” del muerto. Allí en uno de los bolsillos, llevo durante los tres meses, el DNI y una factura pagada de Zara. Ya lo han enterrado.
Fernando Martínez Castellano 28 Febrero 2007
Publicado en Las Provincias 2 Marzo 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario