02 enero 2013

EL AÑO SIN SIN


¿Qué etiqueta le vamos a poner a este 2012 que se despide? Uno es el rótulo que pongamos en el plano de hechos personales o familiares. Otro cartel es el que en la memoria colectiva le peguemos a estos últimos doce meses que entre ayes y suspiros hemos pasado, extenuados, quemados.

¿Por fin cómo vamos a inscribir en el registro de los recuerdos a este 12 que se agota? No será por falta de etiquetas y mucho menos, por falta de adjetivos calificativos, a cual peor.

Pocas alegrías nos ha dado el doce. En el platillo de lo positivo, debemos colocar la casi, con esta gente no acaba uno de fiarse, desaparición del terrorismo en suelo español. Toquemos madera e invoquemos a todo lo que tengamos que invocar, para que la historia en esto no se repita.

En el otro platillo, el de lo negativo, tiene que ser tan grande como el viejo-nuevo Mestalla, hay tantas cosas que desearíamos que no hubieran sucedido. Vence el lado malo.

El año sin, sin. El año en el que Merkel comprobó que no hace falta disparar un tiro, para ganar guerras y dominar.

El año en el que a las altas Instituciones del Estado, no solo a la Corona, los escándalos les brotaron como champiñones. 

Año funesto donde los haya. Un negro eslabón más, de esa cadena que se inició ¿en el 7?, ¿En el 8? ¿En las trampas del salto de la peseta al euro?.
El año en el que hemos escuchado miles de veces “Yo no quería tomar esta decisión, pero me veo obligado/obligada a…” Y ¡zas!, tijeretazo al canto y siempre por el mismo lado.

Esto no es una crisis pasajera, esto es una enorme vuelta del calcetín de una sociedad que creía que era capaz de caminar sobre las aguas. 
El año en el que los ciudadanos pensamos que si se “externaliza” la Sanidad ¿por qué no la política?.

El año en el que aun se destapó más corrupción y hundió políticos y política.

En fin, un año para olvidar, si no nos hubiera dejado tanta ruina, tan malas cifras y nos hubiera despertado imágenes de hambre que nos contaban nuestros mayores. Año que nos deja un País con los ánimos por los suelos. Y encima con enormes problemas por resolver.

A pesar de todo, o precisamente por eso, recibamos con esperanza el 13. Creamos en algo.

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