19 enero 2013

VANDALOS


Te da más que rabia cuando compruebas la velocidad en la destrucción, que una pandilla, o menos, puede causar en una noche de aburrimiento o de querer batir records.

Creo que fue al día siguiente de abrirse al público, cuando nos dimos una vuelta por el nuevo jardín que ocupa el espacio del Viejo Hospital, en la calle Guillén de Castro, en Valencia. Me gustó, pero pensé que aquel sitio iba a durar muy poco en el estado que se encontraba.  

A los quince días se habían cumplido mis peores pronósticos.

Está claro que hay individuos que quieren mostrar su absoluto rechazo con lo que les rodea, su asociabilidad salta a la vista en cada uno de sus gestos de destrucción. Les mata su tedio. Insulta su seguridad de que no les va a pasar nada, si les sorprenden con las manos en la masa.

Hay que hacer algo. La Ciudad, la ciudadanía tiene que defenderse de esta clase de individuos. No les debe de salir gratis una noche de estragos. La quema de contenedores, de coches, la destrucción del mobiliario público, el destrozo de los Tinglados del Puerto, el ácido en las lunas de los escaparates, la muñeca fácil con el spray, tiene que tener su condena. No son chiquilladas, son bastante más. Nada de esto se puede contemplar con la más mínima concesión a “cosas de la situación de crisis”, “rebeldías de juventud”, “rebotados”. Estupideces. La ciudad no es ni del alcalde ni de la alcaldesa, de turno, por muchos años que estén en el cargo, por muchas expresiones que lleven a que se crea algo así, la ciudad, el pueblo, la calle, es de todos los ciudadanos que vivimos en ella, hayamos nacido aquí o miles de kilómetros más allá.

Me asombra la falta de respuesta de los partidos políticos, cada uno ya va bien con sus problemas, el silencio de los representantes públicos, gobiernen o estén en la oposición, ante el vandalismo que impide que nada esté medianamente presentable.

Lo peor, es que aun es mucho más devastador el vandalismo de cuello blanco, los que deberían dar ejemplo, los que les pagamos para que den ejemplo. Y todos los días, los vándalos de trajeados, soberbios, despectivos, desfilan ante nosotros mostrando la impunidad, que nosotros los paganos, les hemos dotado. 
Lo aun mucho peor es que "ellos" no tienen remedio.......y nosotros tampoco por tener una paciencia infinita.

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