08 enero 2013

NO SON INOCENTADAS


Pasó, ni fu ni fa, el día de los Inocentes, pero dado el clima general de timo y sinvergüenzonería en el que este País está metido, en los últimos años, creo que hay que proponer que festejemos lo contrario, el día libre de Inocentadas y adyacentes. 
Con un poco de suerte, y debido a la miseria por la que transitamos, al tajo de vividores y sanguijuelas que nos parasítan les entra un poco de conmiseración, y por lo menos durante veinticuatro horas, se apiadan de nosotros y nos dejan tranquilos. No parece gran cosa un día entre trescientos sesenta y cinco, pero qué alivio sería vivir unas horas sin sablistas.
Hay que hacer algo, en todo “hay que hacer algo”, porque estamos en un punto en el que la realidad se confunde con la inocentada y viceversa.
Hubieron medios que en un principio no sabían donde clasificar las fotografías de los canales navegables de Ruzafa, si en el de las Noticias o en las bromas del 28 de Diciembre. Hubo quien pensó que era una de las muchas falsificaciones de lo real que circula por Internet. Pero era, es, innegable, autentico.
En Valencia, en la Comunidad Valenciana, lo imposible es posible, lo más esperpentico ya lo hemos adoptado como cotidiano. 
Nos fastidia, y mucho más que fastidia, nos repatea los intestinos que nos tomen como el icono del despilfarro, del despropósito, pero es que se lo ponemos “a güevos” con todo lo que hay, con todas las atrocidades que tenemos empastradas a medio hacer y otras ya acabadas que en mal momento se planificaron, realizaron y algunas hasta se acabaron, otras están con el “falta rematarlas”.
Haces un repaso y casi te conviertes en un mal bicho del pesimismo, pero hay tantos millones de euros que se han enterrado, que se han dilapidado, que han volado, que solamente escribiéndolo notas como se calienta el teclado.
Ya lo tenemos todo, aquí a la vista, aeropuerto, estudios de cine, estadios de fútbol, ágoras, túneles navegables, estaciones de metro sin metro, ciudades de las lenguas y del hombre del saco. Una de dos, o las dinamitamos, o se ponen los Consejos Consultivos a estudiar, para que sirven las obras y, de paso, si ellos no son otra “faena” que nos dejó el reciente pasado.

2 Enero 2013

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