Hay días, en los que esta España nuestra, como
cantaba Cecilia, me altera las tejas del cobertizo y hace que la eterna duda sea
aun mayor.
Las cadenas de tele, sin excepción, ofrecieron,
la semana pasada, imágenes de las colas del paro. Ese mismo día, la EPA nos
anunciaba que ya habíamos llegado a la dramática cifra de cinco millones de
parados. Tras sesudos comentarios de la obviedad, en el mismo telediario, otra
noticia a la que asistían imágenes de otras largas colas “En Madrid, en
Barcelona y en otras ciudades”, eso decían, como siempre en todo, las voces en
off. Se trataba de ser el primero en adquirir un teléfono móvil que cuesta, un
riñón y la yema del otro. Un teléfono móvil, por muy apple que sea, por el que
se paga lo que puede cobrar, al mes, un parado de largo desespero. Y la cosa no
me encaja. Se lo comenté a un amigo. “Son las cosas de esta España cada día más
bipolar”, me dijo. Si, bipolar, en todos los sentidos, de psiquiatra, pensé.
Pero, ¿qué nos va a extrañar?, si en eso del ying
y yang, en el si y el no, estamos todos metidos hasta las cejas. Si entre lo
que se dice y lo que se hace cada vez hay distancias más abismales.
Ahora mismo, tenemos ejemplos en las primeras
páginas de los medios. Ahí está el proyecto de referndum griego. Una locura,
dicen unos. Otros dicen que hay que contar con la gente, con los que van a
sufrir los recortes, porque digan lo que digan, en Grecia y en España, si
España, nos vamos a enterar de los recortes por mucho que nos lo disfracen.
Pasmo es lo menos que se puede decir que ha
causado el anuncio de la consulta a los helenos. Pasmo por el miedo al efecto
contagio. ¿Refequé?
Cuando en el 2002 Europa puso en marcha el euro, Grecia
cuadró sus cuentas, escondiendo todo un bosque lleno de trampas contables y de
las otras. Y aquellos polvos, trajeron estos lodos. La puñetera Crisis nos ha
dejado a unos con el culo del ladrillo al aire, con un paro que nos arrastra
hacia el abismo y a otros países, Grecia, les dice que se pasaron y que transcurridos
nueve años no han sido capaces de corregir nada.
Hablando de lodos, lo del merderal de Pinedo,
sigue igual. Ahí, si que no hay ni recortes ni cortes.
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