24 julio 2010

¡Milagro!, ¡Milagro!

“Soy Teresa, tengo cuarenta y pocos años, mi marido estaba apático, que si no me apetece, que si estoy cansado, oí un anuncio tan simple como este, que me recomendó, para mi marido, las cápsulas “energía a chorros”. Ahora, ¡No veas como cumple!.
Así, más o menos dice, con un guión que parece el trailer de una película porno, uno de los muchos anuncios de los muchos productos milagro, que a diario se emiten por las emisoras de radio comerciales que aletean por el cielo hispano.
No falta, “De venta en farmacias” como la frase final que corona el anuncio. Algo así como una garantía añadida, como queriendo compartir con los boticarios, algo más que las ganancias comerciales, los beneficios de los resultados de la curación de impotencias, desmemorias, agotamientos y no se cuantos pecados más de la carne y del espíritu. Porque hay pastillas o ampollas, consulte con su farmacéutico, para todo y para todas horas, para darse ánimos al despertar, para recuperar la memoria, para desterrar la inapetencia, sexual y de la otra, las hay hasta para aguantar la plasta de los políticos cuando se ponen en plan salva patrias.
Hay grageas hasta para que un ignorante, que le gusta disfrazarse de experto, se crea que lo del castañazo inmobiliario que se ha pegado España entera, es cosa de unos cuantos fines de semana. No hay nada como tomarse un frasco de píldoras de “especulatil” para creerse que los miles de pisos que hoy están a la venta, “se lo van a quitar de las manos” antes de que llegue el año 11, eso sí, además con los precios que reinaban en la cima de la burbuja del ladrillo. Pues si, parece ser, que estos desvaríos los llegan a producir un puñado de pastillas, porque si no, no se entiende que se esté escuchando ahora eso mismo.
Sorprende que los españoles, por lo menos de puertas hacia afuera, que éramos, hasta hace cuatro días, de un escepticismo que tumbaba al mundo mundial y ahora hemos avanzado a tragarnos todo lo que nos echen, sin pararnos a analizar un mínimo las cosas.
¿Qué nos ha llevado a esto?. La vagancia, dice el inefable Luís Gil, el creer que pensar agota.
Publicado en Las Provincias 24 Julio 2010

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