25 abril 2009

Destierros dorados

Está el patio, así como suavito, como para que vayamos a meternos en otra campaña electoral, en otro rifirrafe de ¡y tú más! Pero mira, estamos convocados a las urnas, a la vuelta de cuarenta días.
No le acabamos de pillar el punto a eso del Parlamento Europeo. Desconocemos su papel y su posible, que es más que posible, influencia en la vida de los ciudadanos de los distintos países que en él están representados. Somos incapaces de recordar el nombre de dos, tres sería una heroicidad, parlamentarios españoles destacados en Estrasburgo, Bruselas o Luxemburgo. Ni tan siquiera acabamos de entender eso de que, el Parlamento Europeo, tenga varias sedes, la cosa más irracional desde el punto de vista funcional y no digamos económico. Si además, ni uno solo, que se recuerde, de los parlamentarios españoles ha sido capaz de explicar a sus electores que trabajos ha desarrollado en la Eurocámara. Todo hace un todo, no solo lejano sino además desconocido
Nadie tiene pues que extrañarse que Elecciones Europeas sean sinónimo de abstención por las nubes.
Pero lo que no nos podemos olvidar es que a todo esto, hay que sumar o más bien multiplicar, la desgana, por no decir desprecio, con la que los dos grandes partidos afrontan la elaboración de las listas electorales, el resto de los partidos, con sus cajas secas y vacías, no están para alegrías de gastos en campañas que les suelen reportar escasos rendimientos.
Te pones a repasar cómo ha confeccionado el PSOE, por ejemplo, su lista a las europeas y comprendes que ni haga falta apelar a lo del domingo, la playa, el buen tiempo, las comuniones, para darte cuenta que no les importa que se prevea una corta participación. Parece como si hubiesen hecho la lista en función de las piezas del puzzle que les sobran, incomodan, no saben que hacer con ellas, de retruque su inclusión, favorecerá a la promoción, al correr otras listas, de alguien más próximo a los aparatos centrales o autonómicos del partido. Ni se han molestado en disimularlo. Casi lo han retransmitido, sin la menor pudicia.
Se les pone la boca así de rutilante y esponjosa apelando al sacrosanto nombre de Europa, mientras nos hacen llegar a la conclusión de que “Europa”, para algunos, solo es una esplendida y muy dorada oficina de colocación.
fmc Publicado en Las Provincias 25 Abril 2009

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