13 abril 2009

Azahar

No es un sueño, en Valencia, en algunos barrios, en esta primavera podemos volver a percibir el aroma del azahar. Siempre que no sople el viento de poniente que arrastra hacia el Este todo el sofoco de los tufos de la planta de basuras de Quart. Siempre que no estemos sobre alguno de los escapes fétidos del alcantarillado, pese a que se haya dicho que han instalado potentes desodorantes bajo nuestros pies. Siempre que no nos hallemos en una de esas callejuelas de Ciutat Vella en la que los pestazos a orines dominan la atmósfera. Siempre que tampoco sea “hora punta” y las calles anden un poco más despejadas de tubos de escape bufando. Siempre que tenga usted la fortuna de vivir en una de las calles agraciadas con naranjos plantados en los alcorques. Lo dicho con un poco de suerte, cuando cae la noche, y si además ya no somos fumadores, podremos percibir el aroma del azahar de los naranjos de algunas las calles de Valencia.
Por cierto, ¿cuanto habrá dejado de gastar la sanidad pública con la disminución del número de fumadores en los últimos cinco años? Sería gratificante conocer los beneficios de la campaña antitabaco propiciada desde el Ministerio de Sanidad.
Pero yo estaba con lo del aroma del azahar que es bastante más agradable que la de la combustión del tabaco y sus aditivos. Y no puedo olvidar un entrañable cruce de columnas que mantuve con la Concejala de Jardines hace unos cuantos años, total porque me preguntaba, mejor dicho se preguntaba un amigo mío, después de un viaje a Sevilla de los porqués de la escasez de naranjos, como árboles ornamentales en las calles de Valencia. A propósito hay que reconocer lo bien que se ha sabido “vender” Sevilla, no hay que quitarle méritos a la capital andaluza pero mira que se ha sabido vender, mientras por otros pagos andábamos con lo del que “el buen paño…..” o gastándonos millonadas en eventos evanescentes.
Vuelvo. Y es que cantaba mucho que la presencia de los naranjos en las aceras y jardines valencianos fuese tan exigua. Han pasado los años, se plantaron unos cuantos cientos, quizás miles, de naranjos y aquellos temores de “pinyolá”, mosca, tristeza y otras cuantas plagas parece que desaparecieron. Y Valencia, algunos barrios, volvieron a oler el azahar.
fmc Publicado en Las Provincias 11 Abril 2009

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