21 noviembre 2008

Al fin acorralados

Ya hace mucho tiempo, que los ciudadanos españoles, incluyendo vascos, nacionalistas y no nacionalistas, estamos más que hartos de atentados, amenazas, y asesinatos. Una repulsión después de más de cuarenta años, después de casi un millar de muertos.

Sin acabar de lanzar las campanas al vuelo, con cada detención de miembros de ETA se constata que la debilidad de la banda es cada día más evidente. La banda ya no da la percepción, de tiempos atrás, de ser un bloque monolítico, inaccesible. La presión policial es imparable. Las detenciones son cada vez más frecuentes. Aquella impunidad, con la que se trasladaban hace unos años por el territorio francés, ha dado paso, a la sensación de que al otro lado de los Pirineos, sus detenciones son aun más posibles. Las intervenciones de las policías, francesa y española, transmiten a los ciudadanos la impresión de que la jauría además de estar bastante vigilada, está llena de soplones e infiltrados. Las suspicacias, los recelos entre ellos, deben de estar al orden del día. Ya era hora que sintieran miedo por sus actos. Aunque nunca será igual el miedo a perder la libertad, que el de perder la vida.

Los ordenadores y otros ficheros de datos, confiscados en las recientes redadas policiales. La descodificación de los códigos secretos utilizados por la banda. La constatación de que todo movimiento a través de Internet deja un rastro mayor que una estampida de búfalos. La irrupción en escena de los servicios secretos de varios países, que al fin han comprendido la ilógica existencia de la pandilla de asesinos. Las tensiones, en la cúpula de ETA, las más que constatadas ejecuciones realizadas entre miembros de esa cúpula sangrienta por disentir de la línea a llevar a cabo. La incorporación a la primera fila ejecutora de chulos inexpertos. Todo ello, nos genera la esperanza de que el fin, de la banda terrorista esté cada semana más próximo.
Por desgracia, por muy precaria que sea su situación, ETA va a querer demostrarnos, con sangre, que aun está viva. Por fortuna van a encontrar frente a ellos a una sociedad, la vasca, la española, convencida ahora si que puede ser capaz de derrotarlos. Por fortuna, cada vez que se detiene a un asesino, la sociedad recupera algo de la libertad robada.
fmc 21 Noviembre 2008
Publicado en Las Provincias 22 Noviembre 2008

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