26 octubre 2008

Las barbas de Liu Zhihua

Es el final de una historia llena de sobornos, amantes-espías que han cantado y contado, acusaciones de llevar “una vida disoluta y degenerada”, vídeos de sus relaciones intimas con alguna de las mataharis, casas con más habitaciones que un hotel de Benidorm y más cuartos de baño que urinarios públicos tiene la ciudad de Valencia, maletines chinos de imitación, bolsas autenticas de basura repletas de dinero.
El desenlace, o quizás el inicio de otras historias de aun mayor calibre, es que un tribunal chino ha condenado a muerte a Liu Zhihua. La misma agencia china de noticias que ha difundido la historia, duda que, por fortuna, se vaya a cumplir la condena, ya que existe la posibilidad de sea rebajada, gracias a futuras delaciones de Liu.
Liu Zhihua, no es un mafiosote de un pueblo perdido en el gigantesco territorio de la República Popular China. Liu Zhihua era, hasta hace un par de años, uno de los tenientes de alcalde de la Municipalidad de Pekín.
A Liu Zhihua le encomendaron, la responsabilidad de parte de las obras del anillo olímpico. Y Liu, no solo se puso ciego con tanta licitación, tanta obra espectacular, tanto cemento, tanto hierro, tanta hierba, tanto tartán y tantas cosas como le salieron al paso, sino que además acabó con una luxación de hombro de tanto parar la mano. Total, dicen que “hizo caja” de 7 millones de yuanes que traducidos resultan “solo” unos 700.000 euros. Como los chinos, para algunas cosas son muy tremendos, le han endosado, por el momento, a Liu una pena de muerte.
Aquí en España, ante esta noticia, nos dicen que se han producido varios tipos de reacciones.
Unos, después de haber leído esta reseña han tenido que ser ingresados de urgencia, y las han vuelto a colapsar, aquejados de encajes de mandíbula y pinzamiento de vértebras provocados por las carcajadas al comparar las condenas chinas a cargos públicos corruptos, con las que duermen en los juzgados en España.
Otros, nadie dice si arrepentidos, han llamado a las puertas del Cielo con el fin de dar gracias a todos los santos, por el dichoso día en el que fue aprobada nuestra Constitución y abolida la pena de muerte.
Otros están renovando el pasaporte, antes que la crisis nos haga perder del todo la razón, y empiecen a cambiar las cosas.
Publicado en Las Provincias 25 Octubre 2008

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