26 septiembre 2008

Coche oficial

Estamos viviendo unos tiempos extraños. Hay quien dice que ahora es cuando entramos en el Siglo XXI. Aunque vete a saber, dijeron lo mismo cuando se derribó el Muro de Berlín, también lo declararon en el 11-S, e incluso cuando el Valencia ganó la Liga del 2002.
Tiempos de sierra, como los gráficos de la Bolsa. Tiempos de subidas y bajadas, aunque lo que sube siempre sean los precios y lo que baja siempre sean los ánimos.
Tiempos en los que los presentadores de los telediarios compiten por ver cual de ellos pone la cara más seria, cual de ellos nos acollona más. La casa del terror en la tele, pánico a las nueve de la noche. La población vive en un ¡ay! de lunes a viernes. El fin de semana, ya es otra cosa, se cuelga en la percha la crisis, a consumir y a vivir que son dos días. Tiempo de hacer aun más agujeritos al cinturón.
Tiempos que exigen a los gobernantes acciones que transmitan confianza a los ciudadanos. Tiempos que les debería de servir, ¡es cosa de la crisis!, como excusa a los que dirigen esta sociedad, para tener la valentía de efectuar cambios con los que ni se piensa en los años de bonanza. Tiempos de predicar desde el poder, pero dando ejemplo, mostrando la cara de “yo también ahorro cuanto puedo, intentaré que no se desbarren los presupuestos”.
Tiempos de atascos y embotellamientos. Tiempos para impulsar el transporte público. Tiempos de los carriles bici con sentidp. Tiempos de calentar y exprimir la imaginación.
Y toda esta larga introducción de atascos, transportes públicos, bolsillos que menguan, pánicos y gestos, es sencillamente para comentar el exceso del “coche oficial” por parte de los “segundos y terceros escalones” de la Generalitat Valenciana.
Tiene que existir una regla mínima y máxima para el uso de los coches oficiales. Distinguir su empleo en lo oficial y en lo privado. Sé que esto es lo del chocolate del loro. Pero también sé, que es una de las cosas que no acaba de entender el personal de a pié, el que, sin demagogias, paga el coche, el combustible, el chofer y al pasajero.
Es una gota en medio del océano de eventos, sobrecostos, huidas hacia delante, deudas billonarias, pero por algo se empieza y esto es muy sencillo, un toque de atención con unas cuantas “Notas Interiores”.
fmc 23 Septiembre 2008
Publicado en Las Provincias 26 Septiembre 2008

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