08 agosto 2008

Biutres y magos

Me contaron, en este pasado julio, una de esas historias fabuladas que se suelen desempolvar en las noches de verano.
Un día de 1780, apareció en Palermo, procedente de Malta, un desconocido clérigo. Enjuto, de pocas palabras, hablaba una bastardía de lengua entre siciliano y maltés.
Desde su llegada, intentó pegarse al poder, a los nobles. Lo consiguió. Consiguió entrar en las casas notables de Palermo, alternó con los virreyes de Sicilia.
Gracias a conocer cuatro, y solo cuatro, palabras de árabe, Giuseppe Vella, así se llamaba el eclesiástico, hizo durante unas semanas de intérprete y guía al embajador del Sultán de Marruecos. Tras la partida del embajador, se las ingenió, para hacer creer que había descubierto, en un convento, un antiguo códice árabe y en el que había reconocido el relato de la historia de la conquista de Sicilia por los sarracenos. Nacía el fraude. Vella lo “tradujo”. Su escrito, su mentira, “desvelaba estampas inéditas” de la vida de los árabes en Sicilia. Inventó hechos que daban por buenos los derechos feudales que poseía la aristocracia siciliana. El embuste era tan evidente que parecía creíble. Engañó a los que querían, a los que necesitaban, ser engañados.
La “traducción”, “el gran hallazgo histórico” se publicó y a su vez fue transcrita al francés, inglés y alemán.
Vella, gracias a su colosal estafa política y cultural, acumuló riquezas, honores y títulos. Hasta fue nombrado profesor de lengua árabe en la Academia de Palermo, mientras era reconocido, como un gran erudito por media Europa.
Vella continuó, durante más de quince años, falsificando códices, con “traducciones” incluidas. Siempre fue fiel, su única verdad, a los fines de los que le mantenían.
Al fin, a Vella, se le cayó encima su propio tinglado, fue acusado por verdaderos investigadores de falsario, juzgado, le confiscaron sus bienes y dio con sus huesos en una “segreta”.
La noche que me contaron la historia de Giuseppe Vella, que ya no sé si es leyenda o parte de un cuento de Leonardo Sciascia, me acordé de cuánto buitre y mago ha aparecido, para inventar, traducir y vender sus cosas, por esta Valencia en los últimos años. Recordé desde aquellos jubiladitos de la estampita del III Milenio, hasta los magos más recientes que han aparecido, desaparecido y sabemos que regresarán.
fmc Publicado en Las Provincias 8 Agosto 2008

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