10 febrero 2008

las baronias

El pasado miércoles, en su columna “La chispa”, Carlos Pajuelo, que no da puntadas sin hilo, dejó caer “Es que no damos abasto pagando. A ver si pagamos lo de la Ley de Dependencia que está mas cerca”.

Cuesta entender, mejor dicho no se entiende, que se pongan desde la Generalitat trabas a la aplicación de asuntos como la Ley de Dependencia, trabas que lo único que causan son perjuicios a los ciudadanos valencianos que precisan toda la ayuda y aun más. Una cosa es disentir del Gobierno Central y otra cosa es ir retrasando asistencias. A quien estás haciendo la puñeta, no es a un lejano “Madrid” es, a lo peor, a tu vecino de escalera.

Muchos ciudadanos creímos, o quisimos creer, que tras los glamoures de los gobiernos zaplanistas, con la llegada a la Presidencia de Camps se impondría una sobriedad, mesura y sensatez franciscanas, sin juegos de palabras, muy de acuerdo con la manera de ser, o de figurar ser, del President. Así debió de suceder en los primeros tiempos. Pero conforme se ha ido despejando el panorama, con muchos “amigos” y rivales políticos en la cuneta, parece como si ahora le hubiera dado por cazar al vuelo, todas las ocasiones que se le presenten, o se le inventen, para dar a su estilo de gobernar, un boato, una estética barroca tendente a un recargado rococó. Es como si se quisiera dar más presencia a lo aparente que a lo necesario.

Estando por cubrir, en esta nuestra Comunitat, tantas necesidades de primer orden, o deberían de considerarse así, se anda perdiendo el tiempo creando medallas, condecoraciones y distinciones que parecen retrotraernos a los años de Maricastaña. De estos usos, a la concesión de baronías y marquesados solo hay una campaña electoral por en medio.

Todo esto de las medallas y altas condecoraciones, podríamos decir que es uno de los flecos del asombroso fervor “jaimeconqueridor” despertado de súbito en el Consell. Sorprende que del presupuesto dedicado a las conmemoraciones, no hayan caído unos euritos para explicar al pueblo valenciano los modos y costumbres, muchas de las cuales hemos heredado, de los ciudadanos qué moraban en la Valencia agarena, antes de la llegada de los ejércitos que comandaba el joven rey de Aragón. Balansiya, el jardín de Al-Andalus, Valencia.

Fernando Martínez Castellano 6 Febrero 2008

Las actuaciones del Gobierno Valenciano tienden cada día más hacia lo aparente, el humo. Dejan de lado el día a día para transitar hacia el pasado, desenterrando tiempos del conqueridor, tiempos que quieren evocar glorias pasadas, antes que atajar problemas que tienen los ciudadanos con servicios que deberían ser cubiertos desde ese Consell que sigue practicando el pan y circo.

Publicado en Las Provincias 8 Febrero 2008

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