Es que no nos dejan tranquilos. Ni en el afligido tiempo post-Tomate. Ni en el agitado periodo electoral. Ni en los días de sondeos, zozobras y sustos. Y dale que dale, con la matraca de que si Raúl, de que si Guti. Vaya presión, la del realmadrileñismo, sobre la imperiosa e inmediata inclusión de estos dos jugadores en la selección española de fútbol. Que los meta, de una vez, Luís o quien ellos coloquen en su lugar, así descansarán los ansiosos y los que estamos hartos de tanto pelmazo.
Una vez resuelta esta ofensiva mediática, al fin nos podremos dedicar a echar mano del Excel o de la calculadora, para sumar, restar, hallar tantos por cientos si queremos, más o menos, evaluar lo que nos pueden suponer las promesas de Zapatero o de Rajoy. Las de los cabezas de lista por Valencia poco suelen importar, van al rebufo. Las ofertas de González Pons, suenan un poco a “boutade”, a dar titulares, él lo sabe, como sabe de las limitaciones para llevarlas a cabo. Las de Fernández de
Para evaluar lo que nos afectan los compromisos de Zapatero y Rajoy, antes tendremos que haber averiguado en que grupo de “agraciados” estamos incluidos, no sea que esta lotería tampoco nos vaya a tocar. Todo calculado muy a la hora, los programas, en el caso que se impriman, quedan obsoletos con las efusiones verbales de los candidatos en el mitin de cada día. Anotaremos el resultado de descuentos, subvenciones y bonificaciones, los guardaremos junto a los recortes de prensa en los que se publiquen las fantásticas ofertas, así dispondremos de más argumentos cuando lleguen las durezas de la realidad y haya que presentar las reclamaciones en la ventanilla de la nada.
Oí hace unos días, que la mayor Revolución, con mayúscula, que se podría hacer en España, sería que las Leyes se desarrollaran y cumplieran. Tenemos Leyes para todo, para tanto que los mismos candidatos que nos hinchan a promesas, deberían fijarse que algunas de estas panaceas que presentan, entre fanfarrias, ya hasta pasaron por sus manos.
Los políticos no se dan cuenta, que los ciudadanos se protegen contra los ruidos, contra los ruidosos cantos electorales, salvo que los ilusionen como ahora no los ilusionan.
Publicado en Las Provincias 15 Febrero 2008
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