07 septiembre 2007

sesenta y pocos días

Tengo un amigo, que a la vuelta de sus vacaciones ha caído en la cuenta, con mucho pesar, de que tan solo han transcurrido sesenta y pocos días, desde que miles de papelillos rojos, miles de manos al aire, entusiasmadas, saludaban la victoria del Alinghi. Dos hojas del calendario que nos han volado, pero para la Nueva Dársena, para las Bases, para los alrededores de Veles y Vents, ha sido como si les hubieran arrasado un par de otoños, en un ver y no ver. Lo de la 32 lo recordamos como algo muy, muy de atrás, lejos allá en los tiempos de Maricastaña. Menos mal, que mi amigo, parece que fue directo desde la escalerilla del avión, al reencuentro, transido de emoción, con la mesa de su despacho. Menos mal, por la autoestima de mi amigo, que aun no ha tenido tiempo para acercarse a aquellos terrenos ganados al mar. Aquello rebosante de actividades a toda hora, ha quedado como enormes decorados abandonados por las prisas, a la espera de que suceda algo, algo que les quite la, aun, sensación de provisionalidad, de falta de mantenimiento, algo que les sustituya el aire de reserva de feria por el de pertenencia a la ciudad, como un espacio más para ser disfrutado.

Sesenta y pocos días, desde que el Alinghi volvía a ganar la Copa del América, desde las fotografías alrededor de la Jarra, pese a que se adivinaba algún que otro codazo para entrar en el plano, se mantenían las sonrisas. Sesenta y pocos días que “las tres Administraciones” nos han concedido una tregua a los ciudadanos. Sesenta y pocos días en los que nos han permitido no tener que escuchar como se tiraban los trastos a la cabeza usándonos a nosotros, a los votantes de a píe, a los que a la postre pagamos eventos y ocurrencias, como frontón.

Modérense, por favor. Tengan presente el diluvio que nos viene, en este próximo otoño, a los que estamos en esta parte de la línea, a los que no queremos ser noticia, ni foto, ni disputamos un escaño. Cálmense que ya tenemos bastante con las subidas de precios que se anuncian, con esos atascos de los que no se entera el Concejal de Tráfico, con los ruidos de una ciudad que deja atrás a Nápoles y El Cairo. Tranquilícense. Sosiéguense, que la vida son cuatro días y ya han quemado sesenta y pocos.

Fernando Martinez Castellano 5 Septiembre 2007

Publicado en Las Provincias 7 Septiembre 2007

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