Eso de estar alejado del infernal ruido y al regreso leerte de golpe los periódicos de ocho días, es un ejercicio recomendable. Denota que has podido hacer una escapada y que has regresado, pues lo de regresar en estos tiempos de overbooking ya tiene mérito.
Digamos, que en el sobrevuelo sobre las LP de los días pasados me he quedado con varias fotografías, incluso alguna la he recortado. ¡Qué pena que con esto de las fotos no haya bises ni moviola!. Algunas habrá que esperar al resumen del 2007 para volver a verlas. Las imágenes de los encuentros-desencuentros entre Plá-Sevilla y Zaplana-Camps son para enmarcarlas. Como dice el anuncio “no tiene precio” el haber captado las miradas de reojo, de desconfianza, de “¿qué dice el tío este?”, que se lanzan entre si los minilideres del PSPV, merece un “honoris causa” para el artista que manejaba la máquina.
La fotografía publicada en la primera página el domingo 15, es mucho más que mil palabras y que mil columnas. El instante, debió de durar milisegundos, en el que Camps mira desde arriba a un Zaplana que inicia una genuflexión o un crujir de bisagras, es el resumen y la factura de unos cuantos años de la vida del PP valenciano. No era la rendición de Breda porque por allí no asomaban las lanzas, aunque se adivinaban facas albaceteñas y algún ¡al fin!. Tampoco parecía la rendición de Granada pues por allí no había caballos ni maceros vestidos como sota de espadas.
Pero todo esto de Zaplana, Camps, Plá y Sevilla solo son anécdotas que se llevarán por delante los calendarios.
Lo más duro, de ese mi repaso al pasado reciente, la imagen más dura, porque en ella habían tragedias personales, fue la de los ahogados en las costas valencianas. La irresponsabilidad de unos y de otros. Ese palitroque enano, no debe de haber dinero para más, en la playa de Orihuela, aguantando un trapo rojo y a sus píes el cuerpo cubierto por una sábana de uno de los héroes que perdieron su vida por salvar la de una niña, la miseria de ese palo que debería de ser un poste de cinco metros de alto con una bandera roja del tamaño de un campo de fútbol, contrasta con la alegría con la que se han subido los sueldos alcaldes y concejales, incluidos, seguro, los de Orihuela.
Fernando Martínez Castellano 17 Julio 2007
Publicado en Las Provincias 20 Julio 2007
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