Hace unas semanas, en una de muchas de las encuestas que se hacen en Internet preguntaban por la palabra española que nos parecía más bella. “Altea”, respondí, y expuse tres razones para apoyar la elección. Evoca. Mediterráneo. Blanca. Nombres de mujer y el de un pueblo hermoso con un paisaje respetado hasta la llegada del zaplanismo que tiró todo patas arriba. Por supuesto que no ganó la palabra Altea, lo fue otra llena de zetas y haches intercaladas
Si, ahora mismo me tropezase en los espacios internetiales con otra encuesta que me pidiese, sin entrar en el campo de los insultos, la palabra más rotunda del castellano, seguro que respondía con “zahorra”, que también tiene una zeta y una hache intercalada. Si faltaba algo, me la acaba de recordar ese agujero que se ha abierto bajo la calzada de la calle Menorca y que casi se traga a la selección de fútbol, con Luis Aragones y con toda la presión mediática mesetaria que le hace las alineaciones. Por el bien de todos, se ha ido cubriendo el pozo abierto con mucha zahorra y va a volver la mal prevista, calle Menorca, nadie hizo el mínimo calculo con vistas a un inmediato futuro, a su aspecto superficial habitual.
Estoy con lo de zahorra, como palabra castellana rotunda, porque entre otras cosas, nadie se puede dar por aludido. También entre mis favoritas se hallaba “Tragaldabas” pues también es una palabra sonora, contundente y bastante explicita. Pero visto lo visto en estos días de rubios y pelirrojas, de explicaciones que no convencen a nadie, y dada la aplicación y definición de Tragaldabas, igual alguien se me pica creyendo que iba por otros caminos más alejados del que yo quería ir.
Como decía aquel, si vamos a setas vamos a setas, si estamos con palabras evocadoras y/o contundentes estamos con lo de Altea y Zahorra. Vamos a dejar a un lado lo de “tragaldabas” y a quien le vendría esta definición, como anillo al dedo. Vamos a dejar a un lado la imprevisión, el embudo, de la calle Menorca como continuación entre la Ronda Exterior y Serrería.
De momento dejemos eso, preparémonos, aunque no seamos voluntarios, a ser anfitriones de miles y miles de visitantes, mostremos orgullosos nuestra ciudad, con el puente caprichoso incluido, gocemos de la fiesta.
Fernando Martínez Castellano 28 Junio 2006
Si, ahora mismo me tropezase en los espacios internetiales con otra encuesta que me pidiese, sin entrar en el campo de los insultos, la palabra más rotunda del castellano, seguro que respondía con “zahorra”, que también tiene una zeta y una hache intercalada. Si faltaba algo, me la acaba de recordar ese agujero que se ha abierto bajo la calzada de la calle Menorca y que casi se traga a la selección de fútbol, con Luis Aragones y con toda la presión mediática mesetaria que le hace las alineaciones. Por el bien de todos, se ha ido cubriendo el pozo abierto con mucha zahorra y va a volver la mal prevista, calle Menorca, nadie hizo el mínimo calculo con vistas a un inmediato futuro, a su aspecto superficial habitual.
Estoy con lo de zahorra, como palabra castellana rotunda, porque entre otras cosas, nadie se puede dar por aludido. También entre mis favoritas se hallaba “Tragaldabas” pues también es una palabra sonora, contundente y bastante explicita. Pero visto lo visto en estos días de rubios y pelirrojas, de explicaciones que no convencen a nadie, y dada la aplicación y definición de Tragaldabas, igual alguien se me pica creyendo que iba por otros caminos más alejados del que yo quería ir.
Como decía aquel, si vamos a setas vamos a setas, si estamos con palabras evocadoras y/o contundentes estamos con lo de Altea y Zahorra. Vamos a dejar a un lado lo de “tragaldabas” y a quien le vendría esta definición, como anillo al dedo. Vamos a dejar a un lado la imprevisión, el embudo, de la calle Menorca como continuación entre la Ronda Exterior y Serrería.
De momento dejemos eso, preparémonos, aunque no seamos voluntarios, a ser anfitriones de miles y miles de visitantes, mostremos orgullosos nuestra ciudad, con el puente caprichoso incluido, gocemos de la fiesta.
Fernando Martínez Castellano 28 Junio 2006
Publicado en Las Provincias 30 Junio 2006
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