16 junio 2006

LA GARIGOLA DE GUSTAVO

Altea, me ha aconsejado, y le hago caso, que esta semana, dé vacaciones a mis “colaboradores” favoritos. Hoy no toca, ni la señora Alcaldesa, ni Rubio, que ya tiene bastantes problemas, ni Novo, que no se los quita, ni Puchalt, y su trasiego de macetas, ni Dª Carmen Alborch, paracaidista municipal, de la que me temo, que a partir de ahora, pese a que ella haya pasado tanto de Valencia, vamos a tener hasta en la sopa.
Saturado de los Acebes, Blanco, Zaplana, de las Afinsas, de los jueces estrellas, de las míticas terras, harto de los mundiales y eso que apenas han comenzado, de si juega o no Raúl, hastiado de los rifirrafes en el Parlamento y en el Senado, aburrido de las motos empolvadas, del precio de los tomates, de lo insípidos que son los melocotones, hoy quiero hablarles, un poco, de mi amigo Gustavo Gómez.
Si Gustavo viviese en Madrid, seguro que el Hola, el clásico, no el de los jesulines, le hubiera dedicado más de una portada, la Milá hubiera hecho manitas con él delante de las cámaras y Quintero le entrevistaría rodeado de velas queriendo atraparle en cada pregunta. Si Gustavo viviese en Barcelona, Serrat ya hubiera compuesto para él otro “Tío Alberto” y hablarían de su “seny”.
Si Canal 9 sirviera para algo más que para hacer programas inservibles y prescindibles, seguro que Gustavo, en un algo que fuera más allá de la nada, hubiera regalado a miles de telespectadores contando, en primera persona, retazos de la vida valenciana desde los sesenta hasta aquí
Gustavo vive en Valencia, conoce a media Valencia, le adora la otra media, no pasa desapercibido. Dicen, que es alto para que le quepa el corazón, que en él almacena recuerdos de innumerables compañeros que quisimos ser como él, cuando le alcanzásemos en edad.
Quizás un día, rodeados de fotos de Ava Gardner, Gustavo fue como Dominguín pero no lo contó, con música de Brassens al fondo, bebiendo vino blanco de Alicante, recordaremos, aunque no estemos, miles de anécdotas en las que para rematarlas, donde no alcance la memoria, llegará la imaginación de Gustavo.
Lo malo, es que ni aislados en su garigola, podremos impedir que, hasta allí, lleguen los runrunes de la confección de listados electorales imposibles.
fernandomartinezc@gmail.com 13 Junio 2006
Publicado en Las Provincias 16 Junio 2006

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