Carmen Tejeda es de esas personas que desconecta los fusibles de toda la casa, antes de cambiar una bombilla.. Le tiene más que miedo a la electricidad y su misterio. Carmen, como muchos de sus vecinos está un poco acongojada con esto de la ampliación de la sub-estación que Iberdrola tiene en Patraix, y aun más con los cables, como boas, que enterraron ante su casa, por los que discurrirán miles de voltios cada hora, cada día. Carmen, que no entiende de voltios, vatios ni amperios, ni puede hacerle una OPA a la compañía eléctrica, es una más de los ciudadanos que se manifiestan, desde hace unas cuantas semanas ante la “fábrica de la luz”.
Carmen sabe que los pitos, las cintas negras, los encadenados a la valla, los fríos de la mañana, el que los miren de reojo, incluso los cortes de tráfico en la calle Gaspar Aguilar, no llegan ni a las altas instancias ni a los consejos de administración y teme que lo único que pueden conseguir es el aburrimiento e incluso el cabreo de muchos de sus convecinos a los que parece molestarles que una piedrecilla rompa la tranquilidad del lago dormido, la insolidaridad.
Carmen se asombra al comprobar que haya quien jure en chechenio porque en el balcón de su casa le caga, una de las incontables palomas turcas que andan revoloteando por ahí y esa misma persona, tan sensible para lo suyo, se quede entre sulfurado e irritado ante las quejas de ella y cuantos se manifiestan ante la sub-estación de Patraix. Y muy pocos son los que tienen en cuenta, que el Gobierno Municipal, el Consell, el Ministerio de Industria, los estén llevando a mal traer, lanzándose, los unos a los otro, las culpas de haber dado unos permisos, cuando a lo peor no se deberían de haber dado, cuando a lo mejor han sobrado silencios y han faltado explicaciones.
Carmen, se pregunta, que si todo está tan claro, si no afecta nada a nada, ¿a qué viene lo de pasarse la patata caliente de las autorizaciones de ampliación, de la dichosa sub-estación, del PP a PSPV y del PSOE a PP?.
Carmen sospecha que el desconocimiento, las exageraciones, solo sirvan para convertir la buena fe de los vecinos en carne para la demagogia y para ocultar los otros problemas y carencias que tiene el barrio de Patraix.
Fernando Martínez Castellano 30 Noviembre 2005
Carmen sabe que los pitos, las cintas negras, los encadenados a la valla, los fríos de la mañana, el que los miren de reojo, incluso los cortes de tráfico en la calle Gaspar Aguilar, no llegan ni a las altas instancias ni a los consejos de administración y teme que lo único que pueden conseguir es el aburrimiento e incluso el cabreo de muchos de sus convecinos a los que parece molestarles que una piedrecilla rompa la tranquilidad del lago dormido, la insolidaridad.
Carmen se asombra al comprobar que haya quien jure en chechenio porque en el balcón de su casa le caga, una de las incontables palomas turcas que andan revoloteando por ahí y esa misma persona, tan sensible para lo suyo, se quede entre sulfurado e irritado ante las quejas de ella y cuantos se manifiestan ante la sub-estación de Patraix. Y muy pocos son los que tienen en cuenta, que el Gobierno Municipal, el Consell, el Ministerio de Industria, los estén llevando a mal traer, lanzándose, los unos a los otro, las culpas de haber dado unos permisos, cuando a lo peor no se deberían de haber dado, cuando a lo mejor han sobrado silencios y han faltado explicaciones.
Carmen, se pregunta, que si todo está tan claro, si no afecta nada a nada, ¿a qué viene lo de pasarse la patata caliente de las autorizaciones de ampliación, de la dichosa sub-estación, del PP a PSPV y del PSOE a PP?.
Carmen sospecha que el desconocimiento, las exageraciones, solo sirvan para convertir la buena fe de los vecinos en carne para la demagogia y para ocultar los otros problemas y carencias que tiene el barrio de Patraix.
Fernando Martínez Castellano 30 Noviembre 2005
Publicado en Las Provincias el 2 Diciembre 2005
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