Ante las increíbles, aquí cada uno debe poner sus propios adjetivos, imágenes y palabras que se nos han ofrecido desde Nueva Orleáns, si nadie ha podido ser indiferente, los valencianos aun menos, nos traen demasiados malos recuerdos. No vamos a entrar en los comos y porqués han producido tanto desconcierto después de la tragedia. Cada país debe de conocer cuales son sus excesos y sus carencias, y en esto no se escapan ni los EE.UU. El Katrina y sus dolorosas consecuencias, han puesto de manifiesto los enormes desequilibrios sociales de ese país, líder indiscutible mundial en tantos aspectos.
Los territorios ribereños del Golfo de Méjico saben que todos los años se pasean, devastando lo que encuentran, unos cuantos huracanes con todas los grados de las escalas de medición. La desgarradora naturaleza desatada en el sureste de los EE.UU. es tan cierta como la de las “gotas frías” en la España mediterránea.
Tras un largo periodo de sequía, la memoria de la experiencia, nos dice que son muy altas las posibilidades de que la llegada del Otoño vaya acompañada de tormentas incluso más torrenciales de lo que nos tienen acostumbrados las extremas “gotas frías” de recientes años anteriores. Pese a los peligros que pueden suponer las lluvias de Septiembre, diría que son aun tan deseadas como esperadas y necesarias.
Esa memoria de la experiencia es la que nos dice que una de las mejores maneras de que no nos deje la mano de Dios es que oportunamente, mediante esa cosa que se llama prevención, colabore la mano del hombre.
Adelantarse al calendario es la primera de las soluciones para atajar los problemas que se puedan presentar tras un “imprevisto” tan previsto como son los diluvios en estas nuestras tierras. Ahora es el momento, bueno debería de haberse iniciado hace unas cuantas semanas, para comprobar que las bombas de achique funcionan, que los secos cauces de ramblas y barrancos están despejados de obstáculos, que los alcantarillados pueden engullir más de lo que tragaron en lluvias anteriores, que no van a quedar al aire posibles incompetencias. Ojalá que llueva en una justa medida. Ojalá que no nos llegue el momento, en el que lamentemos de que poco nos han servido las amargas experiencias anteriores.
Fernando Martínez Castellano 6 Septiembre 2005
Publicado en Las Provincias el 9 Septiembre 2005
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