Todavía humeando la zona quemada en la masa forestal de El Saler, le telefoneé a un amigo, que suele estar bastante enterado y le pregunté si conocía cuanto gasta el Ayuntamiento de Valencia en la renovación de las incontables macetas del llamado Puente de las Flores(hoy no voy a llamarle “del Capricho” porque levanta demasiadas ronchas) y cuanto se gasta en la limpieza y conservación básicas de las zonas boscosas de El Saler. “A bote pronto, no lo sé, veré si puedo averiguar algo” contestó Pablo. Más tarde o más temprano lo averiguará y lo leeremos.
Quizás no sean conceptos comparables, pero que quieren que les diga, por lo menos alguna pista nos darán sobre el interés hacia unas cosas y hacia otras, lo que llaman prioridades municipales.
No nos valdrá que alguien nos advierta que estamos hablando de concejalías diferentes porque al fin y al cabo, si hay Delegaciones es porque alguien delega, porque alguien preside, porque alguien está al frente, coordina y dirige la Junta de Gobierno Local de Valencia.
El incendio de El Saler, no se puede achacar a las peleas entre agricultores y ganaderos, o a los cotos de caza, o a la quema de rastrojos. Además de cuatro pirómanos para atar, la dejadez, el abandono, el saltarse los avisos han tenido mucho que ver.
Tengamos las cosas muy claras, que cada palo aguante su vela y peche con ella. La Junta de Gobierno, incluso el Pleno del Ayuntamiento, tienen una parte de culpa, proporcional a las responsabilidades que ocupan, en lo tocante al incumplimiento de la prevención de incendios, en las fantasías de detectores sensibles, rayos láser, gammas y vallecanos, a las luminarias, y no se cuantos Acuerdos Municipales del pasado y presente que duermen en el paraíso. Pero la cantidad de mierda que se acumula entre la arboleda, ni llueve del cielo, ni creo que en sus ratos libres la señora Barberá, el sr. Rubio o el sr. Montalbán se dediquen a ir depositando, a millares, bolsas de supermercados, botellas de cerveza, latas de conserva por aquí y por allá.
Los valencianos capitalinos, nunca nos hemos tomado en serio lo de El Saler y por lo tanto su estado aun nos ha importado menos. Lágrimas negras, pero cada vez más lágrimas de cocodrilo.
Fernando Martínez Castellano 26 Agosto 2005
Quizás no sean conceptos comparables, pero que quieren que les diga, por lo menos alguna pista nos darán sobre el interés hacia unas cosas y hacia otras, lo que llaman prioridades municipales.
No nos valdrá que alguien nos advierta que estamos hablando de concejalías diferentes porque al fin y al cabo, si hay Delegaciones es porque alguien delega, porque alguien preside, porque alguien está al frente, coordina y dirige la Junta de Gobierno Local de Valencia.
El incendio de El Saler, no se puede achacar a las peleas entre agricultores y ganaderos, o a los cotos de caza, o a la quema de rastrojos. Además de cuatro pirómanos para atar, la dejadez, el abandono, el saltarse los avisos han tenido mucho que ver.
Tengamos las cosas muy claras, que cada palo aguante su vela y peche con ella. La Junta de Gobierno, incluso el Pleno del Ayuntamiento, tienen una parte de culpa, proporcional a las responsabilidades que ocupan, en lo tocante al incumplimiento de la prevención de incendios, en las fantasías de detectores sensibles, rayos láser, gammas y vallecanos, a las luminarias, y no se cuantos Acuerdos Municipales del pasado y presente que duermen en el paraíso. Pero la cantidad de mierda que se acumula entre la arboleda, ni llueve del cielo, ni creo que en sus ratos libres la señora Barberá, el sr. Rubio o el sr. Montalbán se dediquen a ir depositando, a millares, bolsas de supermercados, botellas de cerveza, latas de conserva por aquí y por allá.
Los valencianos capitalinos, nunca nos hemos tomado en serio lo de El Saler y por lo tanto su estado aun nos ha importado menos. Lágrimas negras, pero cada vez más lágrimas de cocodrilo.
Fernando Martínez Castellano 26 Agosto 2005
Publicado en Las Provincias el 3 Septiembre 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario