15 diciembre 2012

LA BICHA Y LAS BICIS


Hacía tiempo que no nos veíamos. En la mañana del jueves, nos cruzamos en medio de uno de esos inacabables pasos de peatones del manifestodromo de Valencia, calle conocida anteriormente con el nombre de Xátiva. 
Mi amigo va de “don ocupado” siempre fue, y sigue, con prisas. Como saludo me hizo una pregunta “¿No crees que tantas y tantas veces se ha llegado a cuestionar, incluso desde los medios más de derechas, que la calle no hervía con la misma intensidad con la que subían las cifras de paro? Nombramos tanto a “la bicha”, que “la bicha” ya ha despertado y nos van a hacer falta muchos encantadores y muchas condiciones positivas para reducirla”. Siguió hacia el otro lado. Luego, desde enfrente me hizo gestos de que me telefonearía.

Allí estaba yo, plantado al pié de la Plaza de Toros, con la duda, por el chirimiri, de abrir el paraguas, repasando lo que, en unos segundos, me había soltado mi amigo.

Efectivamente, hemos temido, ya desde hace meses, que en medio de manifestaciones reivindicativas, formadas por ciudadanos que, de manera pacífica, mostraban su rechazo a tantos recortes incomprensibles como se están produciendo, a tanto choriceo que ha asolado a este bendito País, a tanta desvergüenza que ha sido la causa de que le rasquen y aun más le rascarán el bolsillo por culpa de unos incompetentes de derechas o disfrazados de “izquierdosos de toda la vida” que cuando salieron de la guardería se subieron al coche oficial y no hay manera de apearlos, indignados al darse cuenta de que han sido y serán, marionetas suspendidas de unos hilos que vete a saber quien maneja, espantados por saberse engañados, anegados de incertidumbre, con todo, temíamos que bárbaros, emboscados, camuflados en la multitud, descargasen su rabia contra todo y contra todos, e hiciesen que su extrema violencia, descalificara el justo clamor popular.

Salí de mis pensamientos, cuando un par de sujetos a lomos de otras tantas bicicletas-tanque de esas que se alquilan por cuatro perras, haciendo eses en plena acera sembraron el pánico entre los confiados peatones. Pero aquí y ahora las bicis, los ciclistas, son como los políticos, intocables.
17 Noviembre 2012

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