20 agosto 2011

BOLA DE CRISTAL

Que si, que si, que es cierto, que en esta competencia de ver quien capta más visitantes a sus festejos patronales, hay comités de fiestas que se están planteando muy en serio cómo lograr atracciones que brillen por encima de las de sus pueblos vecinos.
Quieren ser la envidia, copar portadas, ocupar minutos en los noticiarios de la cuarta parte de la población civilizada y de las otras dos terceras partes sumidas en la molicie del consumo y en la barbarie.
Superados los toros embolados por sosos, ¡qué es una quemadura aunque sea de tercer grado, comparada con un reguero de sangre en la calle Mayor!
Hay que buscar algo más, mientras nazcan y crezcan los descendientes clonados del famoso, del inteligente, del estratega, del terrible Ratón.
Y en eso están los sesudos comités de fiestas esperando los sugerencias de los vecinos, de los caza imágenes a clic de móvil de última generación, de los espectadores de los telediarios de la hora de la cena, de los que aun nos mantienen amarrados a la Edad del Bronce, de los que se han tomado demasiado en serio lo de la “piel del toro”.
Pan, circo y sangre es el objetivo, es la meta. Si el pan va camino de escasear, el otoño está a la vuelta del calendario, poco importa, ya se solucionará, o no. Lo que importa es lo otro, el riesgo innecesario, la crueldad y a ver si cae alguno. Bueno pues, decía que los comités aguardan proposiciones. Ya han llegado a sus manos, una que planea organizar la caza del pato en la piscina Municipal en la que previamente se habrán dejado caer, como quien no quiere la cosa, en la noche anterior a la competición, un cuarteto de cocodrilos caribeños y un centenar de pirañas con mucha hambre atrasada. Se trata de que al final el agua de la piscina quede teñida por la sangre de los cazadores, más roja que las calles de Buñol tras la Tomatina. El juego, no es tan salvaje como pueda parecer, y si se celebra dos años seguidos, ya será una fiesta “tradicional e histórica” y podrá acogerse a toda clase de subvenciones.
Otros apuntan soltar osos ucranianos en la plaza del pueblo, pero es que los osos, a veces son blanditos.
Hasta hay quien ha pensado en colocar casetas con libros. ¡Adonde vamos a parar!

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