21 marzo 2009

Ya la Primavera

En Valencia, en muchos pueblos de la Comunitat Valenciana, los nubarrones negros sobre los tejados no suelen ser siempre mal presagio, hay noches, toda una paradoja, que anuncian la llegada de la Primavera. Lo malo de estas negruras producidas por la combustión de toneladas y toneladas de plástico, es que un año de estos, nos van a llevar, atados de píes y manos, por contaminadores a la Corte de La Haya.
Primavera se escribe con minúscula, pero hay me lo voy a saltar, porque Primavera es sinónimo de esperanza y en estos tiempos la Esperanza hay que gritarla con mayúscula.
Ya es Primavera, nos lo dice El Corte Inglés, astronómicamente ya hemos superado el equinoccio de Marzo, se lo dice la piel a la vista y si faltaba algo más, aunque solo sea un soplillo de ilusión, Francisco González, Presidente del BBVA, acaba de declarar que ahora es un poco más optimista que hace unos meses. Hay que agarrarse a lo que sea, aunque sea el famoso clavo ardiendo, para que el ánimo se acelere. Hay que apelar al bullir primaveral para que algunas caras vayan mutando el tristón rictus que arrastran.
En Valencia, la Primavera, y toda su gama de verdes, también es el inicio de un nuevo curso fallero. El reinicio de las buenas intenciones. Una y otra vez, año tras año, hacemos repaso de lo que no nos ha funcionado bien, en la primera veintena de Marzo. Año tras año, se detectan los errores, que suelen ser demasiado evidentes. Año tras año, le ponemos a los problemas las etiquetas de “frágil” “peligro” y los dejamos a un lado. Hay miedo a la polémica, demasiado miedo.
Recapacitaremos, replantearemos lugares, esquinas, calles, pensaremos en ruidos, en los abusos de los precios de la hostelería, en polvorines clandestinos, urinarios, aceites, carpas, fuego junto a ellas, luego según avancen los días, las semanas, los meses, iremos siendo superados por otros problemas mayores, y de repente ya estaremos en otro Marzo, se volverán a batir records, se olvidarán todas las crisis, empezaremos de nuevo y a nuestro lado estarán, sin abrir, los paquetes con el “frágil” y “peligro”.
Ya han transcurrido seis años desde aquella madrugada en la que se inició la incomprensible guerra de Irak, ninguna guerra es comprensible. También era primavera. Seis años y miles de vidas perdidas.
Publicado en Las Provincias 21 Marzo 2009

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