18 julio 2008

Viajar ilustra

Ya no hace falta viajar a lomos de viejas mulas por sendas pedregosas, ni malvivir en un campamento zíngaro, ni quemarse las suelas de los zapatos y las plantas de los píes, ni triturarse en los asientos de una carreta el espacio en el que la espalda pierde su casto nombre. Para “ilustrarse” en un viaje, ya no hace falta ser ni un aventurero, ni uno de aquellos grandes viajeros que recorrieron los cinco continentes en el siglo XIX.
Hoy, para instruirse, basta con darse un viajecito en autobús, en uno de esos rojos que circulan por nuestras calles. En cualquier trayecto, a la fuerza te conviertes en oyente pasivo. Nadie se corta un pelo a la hora de alzar la voz tanto como den de si sus cuerdas vocales, igual si mantienen una plática con uno que se encuentra a su lado, como si conversan vía móvil. Los temas domésticos variados tan variados como la indiscreción. Te enteras de casi todo. No se puede exigir mucho cuando el precio del billete es de poco más de un euro.
Conforme el medio de transporte va alcanzando cotas, precios, más altas, los “predicadores” a través del móvil se superan. De un tiro matan, aleccionan, unos cuantos pájaros, al que está al otro lado del teléfono y a los que comparten con él un espacio, por ejemplo en el Euromed.
En un viaje reciente a Barcelona, Luís Gil tuvo como vecino, dos filas más allá, un personaje que utilizaba de modo compulsivo, con un volumen de voz innecesariamente alto, había un silencio sepulcral en el vagón, dos móviles al mismo tiempo. Antes de llegar a Castellón, Luís y el resto de ocupantes del espacio sabían con pelos y señales tanto de los secretos familiares, como de los negocios que manejaba el vociferante pasajero. Aprendieron cómo generar corrientes de aire, cómo despedir a una empleada, como efectuar una oferta a un organismo público, como aislar un techo con cuatro perras y no recuerdo cuantas cosas más.
El instructor del móvil, se apeó en Castellón. Luís creyó que ya podría leer tranquilo el periódico. La primera noticia con la que se tropezó decía que dentro de nada se podrá utilizar el móvil en los aviones. ¿Para qué? ¿Qué no puede esperar? ¿Aprenderemos en los aviones Física cuántica, o a vender suelo? Cerró el periódico y su móvil.

Fernando Martínez Castellano
16 Julio 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que hay que viajar a lugares mas lejanos y lejos de la civilización tecnológica.



Viajero a lo Desconocido

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