Nada de gorrillas, cachuchas, boinetas ni apodos así, que suenan a despectivos. Tengamos respeto a una actividad consentida, casi mimada, desde los estamentos municipales. Por ello propongo, a la autoridad competente, que se dejemos de lado el desdeñoso apelativo de “gorrilla” por otros más en consonancia con los beneficios económicos que perciben los personajes que se dedican al menester de cedernos las plazas de aparcamiento, que resguardan a golpe de amenaza rayadora y punzante. En Invierno, fiestas y derroches, podrían denominarse “sombreros de copa relucientes como tricornios acharolados”, además de que aportarían glamour, la medida nos sacaría en un montón de teles de todo el mundo mundial. En verano, y dada nuestra recién descubierta vocación de acogedores de eventos y eventazos, se sustituiría su denominación, esta si que sería una sublime “denominación de origen”, por la de “Panamás”, refinado sombrero donde los haya, pese a tener evocaciones tropicales, pero también en esto seríamos unos avanzados, muy al día con el, aun más reciente divulgado, cambio climático.
No se quien dijo aquello de “si no puedes con tus adversarios, únete a ellos”, pues eso mismo. Si nuestras autoridades municipales son incapaces de limitar el número de chantajistas del estacionamiento que pululan, con gran olfato, por las zonas en las que no se encuentra un miserable hueco; si como usuarios nos acongojamos ante un tío que apenas disimula sus herramientas de coacción; si de un momento a otro los amenazadores van a exigir que la “cuota” se incremente con el IPC interanual etc., etc., si está sucediendo, entre reniegos, ineficacia de
Deseo que mañana les toque la lotería, que coman, conejo por supuesto, cuanto les plazca, que tengan buenas digestiones, que no les gasten ni una inocentada más y que sean felices.
Fernando Martínez Castellano 18 Diciembre 2007
Publicado en Las Provincias 21 Diciembre 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario