Estamos todos de acuerdo que el 2007 puede ser el gran año para Valencia. Un año esperado, un año excusa, un año referencia para las crónicas futuras de la ciudad. Un año en el que se recogerá lo hecho y se intentará exprimir todos los gajos de esta oportunidad. Un año en el que quizás tengamos depositadas demasiadas expectativas, demasiados perros atados con longanizas se han venido anunciando.
Hasta el Mago de Cefalu, que predijo el desplazamiento de Rubio, pero que no acierta ni una terminación de lotería, ha confirmado que pese al cambio climático, pese al empeño que ponemos todos en que todo se vaya al garete, parece ser que habrá vida más allá del final de este año que estamos estrenando. Aunque el ejemplo sea muy trillado, hay que decir que el 2007 no es el final de la carrera, solo es la llegada de una etapa en la que se tiene que estar ya pensando en como plantear la siguiente y la siguiente de la siguiente. Es una marcha sin fin, para la ciudad escaparate, la que quiere ser visitada, admirada y la ciudad de sus vecinos, los que la continúan, los que la quieren vivir.
Moderación, no morir de éxito, pensar en mañana, que no nos ciegue el humo, deberían ser los mensajes de puertas adentro de los valencianos. Al exterior, que lancen el Estado,
Las cámaras de cientos de cadenas de televisión estarán en Valencia, pero no solo van a recoger
Fernando Martinez Castellano 9 Enero 2007
Publicado en Las Provincias 12 Enero 2007
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