12 septiembre 2006

SIN MANECILLAS

En el centro de Palermo, se halla el Grand Hotel et Des Palmes con ciento cincuenta años de vida a cuestas. Un edificio con ciento cincuenta y tantos años da mucho de si en historias y leyendas, si además ha sido durante este periodo un hotel de referencia en la ciudad, entonces las historias y las leyendas se desbordan incluso lejos de sus estancias. Allí se cerraron los flecos de la unidad de Italia, se compusieron operas, se escribieron novelas, se moldearon y finiquitaron gobiernos, se firmaron, sin papeles, acuerdos vergonzosos, entre la gente de “orden” y la mafia de las dos orillas del Atlántico. Hoy los visitantes rozan con los dedos los sillones, los mármoles, los cortinajes, queriendo tocar la Historia. Una de las muchas leyendas del Hotel Des Palmes cuenta que uno de los imponentes relojes de pared de uno de sus salones, además de estar parado le faltaban las manecillas. Sigue diciendo la leyenda, que se colocó junto al reloj la inscripción “Aquí no cuenta el tiempo”. Hace pocos años, al gran reloj de esfera dorada le colocaron las manecillas, pusieron en marcha su maquinaria y el largo péndulo inició el balanceo. Se rompió el encanto. Ahora, en la silenciosa sala del reloj, el tiempo ya corre aunque sea con retraso, con demasiado retraso.
Me ha llevado al Hotel Des Palmes, una fotografía que apareció en “El Ojo Crítico” de LP, el pasado lunes 4. Un reloj en Valencia, en la Avenida Ausias March. Un reloj de manecillas que marca las horas a su aire, como para despistar al que tenga fe en él. Una pieza más del amplio catálogo de trastos con que nos ha obsequiado el Equipo de Gobierno Municipal. No sé exactamente a que colección, art decó o nouvelle cousine, corresponde el reloj de Ausias March. No creo que sea del mismo muestrario que los numerosos, desaprovechados y desocupados, pequeños por dentro, mamotretos por fuera, kioscos verdes que no han servido, desde que se plantaron, para nada salvo como aparatosos soportes publicitarios. Lo cierto es que no hay ni un solo elemento, de esos que nos deben de facilitar el trato con la ciudad, que tenga ni un ápice de algo que lo puedas asociar a esta ciudad. Igual sirven para Villarriba que para Villabajo. De insustanciales que son.
Fernando Martínez Castellano. 6 Septiembre 2006
Publicado en Las Provincias 8 Septiembre 2006

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