Si usted es usuario del Metro, sabrá que, en Valencia, hay una línea pobre y una línea rica, o si lo prefiere una vieja y otra de más reciente construcción. Si usted no recurre al Metro como medio de transporte, se pierde muchas cosas, buenas y malas. Una de las buenas es que encontrará su propio tiempo. Las malas le saltarán a la vista de inmediato, sobre todo si utiliza la línea 1, la pobre, la vieja.
La cosa es que Metro Valencia prepara unos espectáculos para celebrar sus veinte años de vida. Festejar los veinte, igual que podían los cincuenta o setenta años que deben de tener algunas de las unidades rodantes de la Línea 1. Porque hay material circulando, y a tope, que ya era viejo cuando el “metro” se le conocía con el nombre más humilde de “trenet”.
En estos tiempos tan dados ha pasar todo por “la cocina” de las encuestas, valdría la pena que se pidiese la opinión de los usuarios de Ferrocarriles, si están por preferir un festorro, en el que seguro que no van a participar y se acabará llevando el viento, o si se inclinan por que esos eurillos o eurazos que se dedicarán a los fastos del aniversario, de destinen a que de una por todas se inicie la puesta al día de un servicio público que diariamente atiende a miles de ciudadanos.
Tengo un amigo, que tiene el convencimiento de que casi se podía haber renovado todo un vagón, solo con lo que le han “fufado” las canceladoras de tickets en los últimos años. Igual exagera un poco, pero poco.
Entonces quedamos con que hay que remozar canceladoras, también que funcionen las expendedoras y que no se queden con el cambio. Ya renovando, renovando, tampoco les vendría mal una lavadita de cara a las estaciones, y de paso que alguien contacte con J.V. Jurado para que las ilumine un poco, pues entre la roña y la luz mortecina que tienen, están que dan pena. Y como colofón, como una carta colectiva a los Reyes Magos, se podrían enviar la mayor parte de las unidades rodantes de la Línea 1, al Museo de Arqueología.
Con algunas migajillas de la Copa del América, del Agora, del Museo de la FIFA o de esa Esfera que no saben donde meter, seguro que podrían sustituir unos cuantos convoyes, mejores señalizaciones y, de una vez, Accesibilidad
Fernando Martínez Castellano 3 Mayo 2006
La cosa es que Metro Valencia prepara unos espectáculos para celebrar sus veinte años de vida. Festejar los veinte, igual que podían los cincuenta o setenta años que deben de tener algunas de las unidades rodantes de la Línea 1. Porque hay material circulando, y a tope, que ya era viejo cuando el “metro” se le conocía con el nombre más humilde de “trenet”.
En estos tiempos tan dados ha pasar todo por “la cocina” de las encuestas, valdría la pena que se pidiese la opinión de los usuarios de Ferrocarriles, si están por preferir un festorro, en el que seguro que no van a participar y se acabará llevando el viento, o si se inclinan por que esos eurillos o eurazos que se dedicarán a los fastos del aniversario, de destinen a que de una por todas se inicie la puesta al día de un servicio público que diariamente atiende a miles de ciudadanos.
Tengo un amigo, que tiene el convencimiento de que casi se podía haber renovado todo un vagón, solo con lo que le han “fufado” las canceladoras de tickets en los últimos años. Igual exagera un poco, pero poco.
Entonces quedamos con que hay que remozar canceladoras, también que funcionen las expendedoras y que no se queden con el cambio. Ya renovando, renovando, tampoco les vendría mal una lavadita de cara a las estaciones, y de paso que alguien contacte con J.V. Jurado para que las ilumine un poco, pues entre la roña y la luz mortecina que tienen, están que dan pena. Y como colofón, como una carta colectiva a los Reyes Magos, se podrían enviar la mayor parte de las unidades rodantes de la Línea 1, al Museo de Arqueología.
Con algunas migajillas de la Copa del América, del Agora, del Museo de la FIFA o de esa Esfera que no saben donde meter, seguro que podrían sustituir unos cuantos convoyes, mejores señalizaciones y, de una vez, Accesibilidad
Fernando Martínez Castellano 3 Mayo 2006
Publicado en Las Provincias 5 Mayo 2006
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