No se si son los años que me faltan o los que sobran, pero cada vez hay más cosas con las que no me aclaro. Igual trazamos una línea y ponemos el cartel, ¡ojo que este es mi espacio!, que estamos por un Estado al que le exigimos que meta las narices y manos en todo. Pretendemos que otros(gobierno central, autonómico o municipal), pongan cotas allí donde por comodidad no nos atrevemos a llegar. Un País, una Autonomía, una ciudad, no deben de funcionar sobre Decretos Ley y Ordenanzas para todo. Un ejemplo, el no fumar en un local público, no debería regirse por unas normas impuestas desde el Ministerio o la Conselleria de Sanidad. Tendría que sobrar con unos gramos de educación, con una pizca de cortesía hacia los demás. Pero se está viendo que no basta, pues siguen, los humos y el debate.
Pero la cosa no queda solo en lo del fumeteo. Hace cuatro días, alguien destapó la extrema delgadez de las modelos que desfilaron en la Pasarela Cibeles. Todas las cadenas de televisión han reemitido las imágenes de unas chicas que parecían salidas de un campo de concentración. Radiografías andantes, a flor de piel costillas, vértebras y exagerados omoplatos. Una palidez enfermiza tan profunda como sus ojeras. La representación misma de la antilujuria. Mucho más allá de la anorexia y la bulimia.
Uno de los personajes a los que se le pidió su opinión acerca de la fragilidad de aquellos hambrientos mini cuerpos, consumidos por no se que cánones impuestos por la moda o los modistos, exigió la intervención de las Administraciones para controlar las tallas mínimas en los desfiles de moda.
Lo mas cómodo, pedir la intervención de otros, a golpes de BOEs y Bandos.
Una cosa es la urgente prevención sanitaria, que hay que hacerla, y mucho, ante modas estúpidas y enfermedades reales y otra es tener que poner unos policías a controlar el tallaje a pie de pasarela.
No puede ser que una sociedad que se dice libre, tenga que ser llevada de la mano para todo. Si somos adultos, somos adultos. Es la sociedad “civil” la que tiene que reafirmar sus normas de convivencia, escritas y “no escritas”, la que debe de reeducarse cada día.
Quien dice tallas, dice humos, dice respeto, dice comportamiento en la ciudad.
Fernando Martínez Castellano 1 Marzo 2006
Pero la cosa no queda solo en lo del fumeteo. Hace cuatro días, alguien destapó la extrema delgadez de las modelos que desfilaron en la Pasarela Cibeles. Todas las cadenas de televisión han reemitido las imágenes de unas chicas que parecían salidas de un campo de concentración. Radiografías andantes, a flor de piel costillas, vértebras y exagerados omoplatos. Una palidez enfermiza tan profunda como sus ojeras. La representación misma de la antilujuria. Mucho más allá de la anorexia y la bulimia.
Uno de los personajes a los que se le pidió su opinión acerca de la fragilidad de aquellos hambrientos mini cuerpos, consumidos por no se que cánones impuestos por la moda o los modistos, exigió la intervención de las Administraciones para controlar las tallas mínimas en los desfiles de moda.
Lo mas cómodo, pedir la intervención de otros, a golpes de BOEs y Bandos.
Una cosa es la urgente prevención sanitaria, que hay que hacerla, y mucho, ante modas estúpidas y enfermedades reales y otra es tener que poner unos policías a controlar el tallaje a pie de pasarela.
No puede ser que una sociedad que se dice libre, tenga que ser llevada de la mano para todo. Si somos adultos, somos adultos. Es la sociedad “civil” la que tiene que reafirmar sus normas de convivencia, escritas y “no escritas”, la que debe de reeducarse cada día.
Quien dice tallas, dice humos, dice respeto, dice comportamiento en la ciudad.
Fernando Martínez Castellano 1 Marzo 2006
Publicado en Las Provincias 3 Marzo 2006
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