06 mayo 2015

EL CIRCO de tres pistas

Toda la vida diciendo que el mapa político español corría el grave riesgo de “italianizarse” por la abundancia de partidos, y cuando nos estábamos acostumbrando al significado de la expresión, va y a los italianos les da por variar sus leyes electorales, al fracasado sistema “porcellum”, heredado de los atropellos a la democracia de Berlusconi, le sucederá un modelo que se inclina por primar a los grandes partidos y la posibilidad de una segunda vuelta.

Será discutido el cambio, pero Renzi, el primer ministro italiano, ha tenido las agallas de plantear una gran reforma del sistema electoral  italiano, cosa que por estos pagos, le damos y le damos vueltas al asunto, consideramos nuestra ley electoral como una de las “provisionales” de la Transición y aquí estamos con ella, sin que nadie se atreva a variar una sola coma. Palabras en campaña y punto.

Sea un sistema electoral u otro, lo que si que se tiene que tener muy claro es que de los elegidos, de los votados, de los que administran, quien cometa una golfería, quien la haga, que lo pague, que corra con todas consecuencias y rápido.

Y también lo que tiene que quedar muy claro, es que detrás de lo que, casi en broma, llamamos “fuego amigo”, se esconden bellaquerías tan grandes como las Torres de Serranos. No recuerdo que político dijo “Mis adversarios son los de la bancada de enfrente, mis enemigos son los que se sientan junto a mi”.

Y por aquí, seguimos, en esta paciente, en esta desbordada Comunitat Valenciana, con el espectáculo más grande del mundo.

Y encima tenemos que oírnos declaraciones de Aguirre y Cifuentes, desgarrándose las vestiduras, precisamente de ellas, que tanto tendrían que decir de Gurtelles, Púnicas y no se cuantas historias más.

¿Hasta cuando vamos a tener que soportar más ruindad? ¿Cuánto hay de comedia?

Vuelvo a los italianos. El criminal Pisciotta dijo cosas que sabía, otras que se imaginaba, y otras que consideró útil. Usó las salas de justicia, para lanzar mensajes en clave, para dejar deducir, para decir, y no decir. Aparatosa gestualidad para añadir confusión a la confusión, ocultar los hechos con verdades y mentiras multiplicadas hasta el infinito. Un juego con el que Pisciotta pensaba librarse con amenazas.

Pisciotta fue lugarteniente de Salvatore Giuliano, el más fiel, el mejor informado de las decisiones del jefe. Compartió el pan, el frío de las montañas, la violencia de las acciones. Pisciotta mató a Salvatore Giuliano mientras este dormía. Giuliano, fue un malhechor asesino, al servicio de la CIA, que dirigió la matanza de trabajadores en la campa de Portella delle Ginestre un 1º de Mayo de hace sesenta y ocho años. Aquella carnicería cambió el rumbo de la historia de Italia y quizás de Europa.

Roma no paga a traidores. Pisciotta murió envenenado en la cárcel.

Regresemos aquí, el Circo tiene tres pistas, la función continua.

fmc
Publicado en Las Provincias 6 Mayo 2015

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