Toda
la vida diciendo que el mapa político español corría el grave riesgo de “italianizarse”
por la abundancia de partidos, y cuando nos estábamos acostumbrando al
significado de la expresión, va y a los italianos les da por variar sus leyes electorales,
al fracasado sistema “porcellum”, heredado de los atropellos a la democracia de
Berlusconi, le sucederá un modelo que se inclina por primar a los grandes
partidos y la posibilidad de una segunda vuelta.
Será
discutido el cambio, pero Renzi, el primer ministro italiano, ha tenido las
agallas de plantear una gran reforma del sistema electoral italiano, cosa que por estos pagos, le damos y
le damos vueltas al asunto, consideramos nuestra ley electoral como una de las
“provisionales” de la Transición y aquí estamos con ella, sin que nadie se
atreva a variar una sola coma. Palabras en campaña y punto.
Sea
un sistema electoral u otro, lo que si que se tiene que tener muy claro es que
de los elegidos, de los votados, de los que administran, quien cometa una
golfería, quien la haga, que lo pague, que corra con todas consecuencias y
rápido.
Y
también lo que tiene que quedar muy claro, es que detrás de lo que, casi en
broma, llamamos “fuego amigo”, se esconden bellaquerías tan grandes como las
Torres de Serranos. No recuerdo que político dijo “Mis adversarios son los de
la bancada de enfrente, mis enemigos son los que se sientan junto a mi”.
Y
por aquí, seguimos, en esta paciente, en esta desbordada Comunitat Valenciana,
con el espectáculo más grande del mundo.
Y
encima tenemos que oírnos declaraciones de Aguirre y Cifuentes, desgarrándose
las vestiduras, precisamente de ellas, que tanto tendrían que decir de
Gurtelles, Púnicas y no se cuantas historias más.
¿Hasta
cuando vamos a tener que soportar más ruindad? ¿Cuánto hay de comedia?
Vuelvo
a los italianos. El criminal Pisciotta dijo cosas que sabía, otras que se
imaginaba, y otras que consideró útil. Usó las salas de justicia, para lanzar
mensajes en clave, para dejar deducir, para decir, y no decir. Aparatosa
gestualidad para añadir confusión a la confusión, ocultar los hechos con
verdades y mentiras multiplicadas hasta el infinito. Un juego con el que
Pisciotta pensaba librarse con amenazas.
Pisciotta
fue lugarteniente de Salvatore Giuliano, el más fiel, el mejor informado de las
decisiones del jefe. Compartió el pan, el frío de las montañas, la violencia de
las acciones. Pisciotta mató a Salvatore Giuliano mientras este dormía.
Giuliano, fue un malhechor asesino, al servicio de la CIA, que dirigió la
matanza de trabajadores en la campa de Portella delle Ginestre un 1º de Mayo de
hace sesenta y ocho años. Aquella carnicería cambió el rumbo de la historia de
Italia y quizás de Europa.
Roma no paga a traidores. Pisciotta murió envenenado en la cárcel.
Regresemos
aquí, el Circo tiene tres pistas, la función continua.
fmc
Publicado en Las Provincias 6 Mayo 2015
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