11 febrero 2015

INCOHERENCIA E HIPOCRESÍA

Vaya año de elecciones, a las ya sabidas, se han agregado las andaluzas y además las de Borgen, magnífica serie danesa que así, con la llamada a las urnas, cerró su segunda temporada.

Lo peor, de las largas campañas electorales españolas, son las encuestas,  contradictorias, muestreos a la medida del que paga, supuestos que marean, y aburren, sobre todo aburren a los lectores, oyentes, televidentes y creo que hasta a los que se retiran a meditar por los pecados propios y ajenos.

Hace unas semanas, publiqué “El año de las encuestas”, advertía y me advertía, sobre la lluvia de sondeos que tendremos en el 2015, tan solo ha transcurrido un mes y compruebo que me quedé corto, esto no es la lluvia, esto es el diluvio de intenciones de voto, de gráficos que suben y bajan, de líderes poco queridos y poco conocidos, de batiburrillo de datos, de miedos, sustos, y presagios de tiempos de cambios.

Entre los sorprendidos y helados, ante las posibilidades de los que se han colado en su sacrosanto espacio, están los partidos tradicionales, PP, PSOE, IU, CIU, PNV ¿Cómo pudieron creer que pasando tantas cosas, no pasaría nada?. Solo hizo falta que un grupo, capitaneado por unos, hasta ahora, desconocidos funcionarios universitarios, tan casta, aunque no lo quieran reconocer, como la casta que critican, estableciese un nexo emocional, muy estudiado, con el estado de ánimo de millones de españoles profundamente cabreados.
Es imposible evitar la tentación de acudir a la famosa frase de Tancredi, el personaje de Lampedusa, el sobrino del Príncipe de Salina, el Gatopardo, “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Es la contradicción, es el gatopardismo. En las ciencias políticas, y de eso saben mucho los que se presentan como los rescatadores de la sociedad española, se suele denominar “gatopardista” o “lampedusiano” al político que inicia una transformación política revolucionaria pero que en la práctica solo altera la parte superficial de las estructuras, mañas, del poder, conservando el elemento esencial de estas estructuras. Seguro que les suena esto, comparen con lo que están viendo y escuchando a Podemos en las últimas semanas, y ya verán como les suena. Observen el lenguaje.

Y a la vista de los últimos, o penúltimos, acontecimientos protagonizados por Monedero, Podemos, incoherencia total, unos estarán tranquilos, otros seguirán desesperados.

“¿Y ahora que sucederá?, preguntó el Príncipe Fabrizio.
¡Bah! Acuerdos orillados de refriegas inicuas, y después, todo será igual pese a que todo haya cambiado, respondió Tancredi”.


Cambiarán las formas, quizás los actores, pero la grave corrupción que asola a la sociedad española, es muy difícil que se disuelva de la noche a la mañana. La transparencia solo la encontraremos en el vidrio y ya sabemos lo frágil que es. 
Después, palabras, decepción, oscuridad, silencio.

Publicado 11 Febrero 2015 en Las Provincias

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