02 noviembre 2012

LAS GAFAS DE LA SEÑORA MINISTRA


Dadas las asombrosas declaraciones que están realizando, muchos políticos españoles, sin importar color, la FIU,(Fundación de no sé qué), decidió investigar sobre las causas que llevan a efectuar afirmaciones que están más cerca de la tomadura de pelo, que de la seriedad que se le supone a un representante del pueblo.

Existen dos teorías sobre la mesa de la FIU, una sostiene que en el momento que se ocupa un cargo público, se reciben ondas procedentes de Ganímedes que provocan que cada vez se vea más confuso el mundo que les rodea. La realidad se va desfigurando, en unos casos, poco a poco, y en otros, los daños son irreparables.

Otro de los supuestos, es que junto a la cartera ministerial, porque esto afecta mucho a los ministros, se les facilitan unas gafas que alteran, a lo Walt Disney, todo cuanto se ve a través de ellas. Todo es de color rosa. Hasta el más asqueroso tarquín es una masa policromada.

Si la señora Ministra de Trabajo, al día siguiente de publicarse las cifras más aterradoras de parados, que ha tenido España desde los tiempos de los Austrias, si la señora Báñez declara que ya estamos saliendo de la Crisis, está claro que le han afectado las ondas de Ganímedes, que ha tomado tres activias en el desayuno, o ve el panorama a través de las gafas especiales.

Pero aquí y ahora, hay que sacar provecho de donde se pueda. Hay que aguzar el ingenio para levantar la economía particular y general.

Dada la situación general de pesimismo que nos abate a más del noventa por ciento de la población, va a ser un negocio redondo, ponerse a fabricar y comercializar, a precios en consonancia con el momento, las gafas que, en la intimidad de su despacho, utiliza doña Fátima Báñez.

Por una parte revitalizaríamos la industria nacional, que buena falta le hace, el comercio minorista levantaría el vuelo, que aun le hace más falta, el Estado recogería un pastón en IVA, y la población española comenzaría a verlo todo, en lugar de gris antracita, de los mismos colores que lo ven los ministros. 

Lo malo, es que nadie quiere recordar que el falso optimismo, solo alimenta la frustración, y de esto y de mentiras, ya hay demasiado. 

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