26 agosto 2012

VIDENTE AFRICANO


Sábado de agosto. Sol perpendicular. Día de bochorno. Calle Lauria, vacía, hasta pudimos elegir, sombrita en los números pares. Valencia desierta por la suma de crisis, sofoco y acongojo ante lo que aun puedan traer los Consejos de Ministros en los Viernes de Dolores.

Compramos la prensa, en los agostos, en Valencia, hay que ponerse las zapatillas de media legua o sacar el coche para comprar el pan y el periódico.
De vuelta, desde lejos, descubrimos un papel en el parabrisas. Susto al canto. Cogí la media cuartilla, la metí en el bolsillo, por no tirarla al suelo, hay que cooperar y más en tiempos de penurias, y porque desde que me hice forofo de Mad Men, me gusta más cualquier publicidad.

Al llegar a casa, después de leer mi doble ración de noticias impresas, después de ponérseme los cuatro pelos que me quedan como agujas de tejer, de tanto asomarme al precipicio, después de haber leído con que alegría e irresponsabilidad se habla del “esperanzador futuro de la España rescatada”, suena como otra burla, me puse a ojear la media cuartilla encontrada en la “zona cero” de Valencia.

¡Caspita!, no sé si está bien escribir ¡coño!, ésta es la solución para el quietismo de Rajoy, el remedio a todos nuestros problemas, fue lo primero que se me ocurrió. “Profesor J. gran vidente africano internacional. Trabajo serio y garantizado”. Seguía la media cuartilla. “Soluciona todos los problemas. Resuelve todo tipo de apuros por difíciles que sean en tres días” y enumeraba todo lo que era capaz de solventar, conflictos, trabajo, negocios, aprietos judiciales y de amor. Más o menos, leías entre líneas, que el Profesor J.  hasta es capaz de plantarse en Berlín, cantarle las cuarenta a la Merkel, manifestar al BCE que ya está bien de vacilar, y después volar a Wall Street, zarandear al “Gordon Gekko” de turno y decirle que deje de tocar las pelotas de la Prima.

Todo esto, las soluciones, en un trozo de papel pegado a un parabrisas. Como el Presidente de Gobierno va en coche oficial, no le ponen estas cosas y no se entera que este profesor merece como mínimo un ministerio. Acabo de enviar el opúsculo a Moncloa y una fotocopia a Zarzuela. Veremos.

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